OBRAS HIDRÁULICAS ROMANAS EN HISPANIAPonencia presentada y publicada con motivo
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NOMBRE | CIUDAD/PROVINCIA | PAÍS | ALTURA (m) |
Almonacid de la Cuba | A. de la Cuba/Zaragoza | España | 34,0 |
Proserpina | Mérida/Badajoz | España | 21,6 |
Harbaqa | Palmyra | Siria | 20,5 |
Cornalvo | Mérida/Badajoz | España | 20,8 |
Alcantarilla | Mazarambroz/Toledo | España | 15,0-20,0 |
Çevlik | Antakya | Turquía | 16,0 |
Örükaya | Corum | Turquía | 16,0 |
Muel | Muel/Zaragoza | España | 13,0 |
Glanum | St. Rémy | Francia | 12,0 |
Derb | Kasserine | Túnez | 10,0 |
Mila | Mila | Argelia | 10,0 |
Como es obvio, esta situación no es exclusiva de nuestro territorio y es evidente que los romanos debieron afrontarla también –y resolverla- en otros sectores de su amplio campo de actuación. Lo ponen de manifiesto las grandes presas construidas en esa época (Tabla I [14] ), relación que se puede completar con la correspondiente a las principales presas de nuestro entorno geopolítico anteriores a nuestra era (Tabla II) [15] , es decir, aquellas que pudieron haber servido de modelo a los romanos. Cabe deducir, por tanto, que fue en el área mediterránea menos favorecida por las precipitaciones donde en la antigüedad hubo que recurrir, de modo más acusado, a la regulación fluvial para incrementar las disponibilidades efectivas de agua. Ahora bien, si nos centramos en el caso concreto del territorio peninsular español la situación se hace aún más evidente. Con los trabajos realizado para una Tesis Doctoral, leída en la Escuela de Caminos de Madrid hace unos meses [16] , que ha supuesto una minuciosa labor de investigación en gabinete y en campo, se han podido identificar en nuestro territorio (y caracterizar en sus parámetros principales) un total de 51 presas, con seguridad de época romana. A éstas cabe sumar otras 22 (con un total, por tanto, de 73) que, aunque son, con seguridad, de la misma época, su lamentable estado de conservación no ha permitido caracterizarlas con el rigor necesario. Dejando, pues, al margen estas últimas y también las menores de las citadas en primer lugar (pues en su mayor parte son simples azudes de derivación, aunque en algunos casos situados en cabecera de importantes sistemas hidráulicos, como el de Pont D’Armentera, en el abastecimiento a Tarraco desde el Gayá, o el de Riofrío, en la conducción que concluye en el acueducto de Segovia), las restantes (cerca de 30) son presas de embalse. Pues bien, por su situación geográfica se observa que estas presas se localizan alrededor de tres focos principales: el valle del Ebro en el entorno de Zaragoza, especialmente en margen derecha del río principal; el valle del Guadiana, con centro en Mérida; y la margen izquierda del Tajo, con límite hacia el río en Toledo. Es decir, en zonas donde la regulación natural de los ríos es baja (márgenes derecha del Ebro e izquierda del Tajo) o muy baja (Guadiana).
Toda esta larga introducción permite concluir que los romanos en Hispania, o por lo menos en la parte española de la Península [17] , recurrieron a la construcción de presas de embalse en aquellas áreas donde la escasez o la desigual distribución de las precipitaciones obligaba a ello. Es decir, actuaron con los mismos criterios que se vienen aplicado, por lo menos desde entonces, cuando se ha pretendido atender adecuadamente las demandas de agua de los sucesivos, y cada vez más numerosos, pobladores del territorio español [18] .
FECHA | NOMBRES | PAÍS | ALTURA (m) |
3000 a.C. | Jawa | Jordania | 5 |
2600 a.C. | Kafara | Egipto | 14 |
1800 a.C. (*) | Mala’a | Egipto | 7 |
1260 a.C. | Kofini | Grecia | 10 |
Período hitita | Gölpurnar | Turquía | ¿ |
s. VIII a.C. | Keşiş Gölü | Turquía | 15 |
s. VIII a.C. | Probatica | Israel | 13 |
s. IV a.C. | Kandila | Grecia | 11 |
s. III a.C. | Masawwarat | Egipto | 15 |
s. II a.C. | Petra | Jordania | 14 |
s. I a.C. | Asid | Yemen | 19 |
s. I a.C. | Piscina (media) Salomón | Israel | 12 |
s. I a.C. | Jubar | Yemen | 11 |
(*) Reconstruida en el s. III a.C. |
Desde el punto de vista que aquí nos ocupa tienen especial interés las presas mayores de todas las construidas por los romanos, pues son las que han servido de patrón para las otras. Cabe señalar, no obstante, que en la mayor parte de todas estas obras hay un elemento constructivo de carácter básico, que se repite casi sistemáticamente: el muro-pantalla, con el que se conseguía el obligado efecto impermeabilizador frente al agua del embalse. A él se añadían –y no siempre- otros elementos que aseguraban la estabilidad de la estructura [19] .
El muro-pantalla romano es de concepción muy sencilla: un núcleo de calicanto (hormigón de cal u opus caementicium), retenido entre dos paños de fábrica, que solían ser de mampostería (opus incaertum) o sillería (opus quadratum). A veces a estos paños, que servían realmente de encofrados perdidos, y sobre todo cuando la mampostería era de baja calidad, se adosaban otros, de características cada vez mejores hacia el exterior. De este conjunto el elemento más importante era el núcleo de opus caementicium, que era el que propiamente debía cumplir la misión impermeabilizadora asignada al muro-pantalla.
Las presas de más altura construidas por los romanos en el territorio español son las que figuran en la relación siguiente (Tabla III).
NOMBRE | ALTURA | RÍO | CUENCA |
Almonacid de la Cuba | 34,0 | Aguasvivas | Ebro |
Proserpina | 21,6 | Aº de las Pardillas | Guadiana |
Cornalvo | 20,8 | Albarregas | Guadiana |
Ermita Virgen del Pilar | 16,7 | Santa María (Aguasvivas) | Ebro |
Alcantarilla | 15 a 20 | Guajaraz | Tajo |
Muel | 13,0 | Huerva | Ebro |
Pared de los Moros | 8,4 | Aº Farlán (Aguasvivas) | Ebro |
Su situación coincide, como se puede observar, con las zonas de menor regulación natural antes señaladas. Además, por los datos hasta ahora disponibles, la construcción de todas estas estructuras, excepto la última, se puede situar en el siglo I de nuestra Era, con la posible salvedad, ya anotada, de que Proserpina -y quizá Cornalvo- se hubiesen construido durante los primeros años del siglo II; La Pared de los Moros es, sin duda, posterior, quizá del siglo III.
Ahora bien, a pesar de corresponder a un período tan localizado en el tiempo y estar situadas todas ellas en zonas donde debía afrontarse y resolverse el mismo problema, lo cierto es que hay diferencias notables entre ellas, tanto por lo que se refiere a sus tipologías, como a las características de los sistemas hidráulicos en los que se insertaron. Tales diferencias –que se exponen a continuación- permiten formar dos grandes grupos: las presas del Ebro, por un lado, y las de Tajo y Guadiana, por otro.
Las primeras son todas de fábrica, gravedad y planta recta (con algún matiz, que señalaremos, para la de Almonacid), mientras que las restantes son de materiales sueltos con pantalla aguas arriba. Por otro lado, de las grandes presas del Ebro dos de ellas (Almonacid y Muel) se sitúan en los cursos medios de ríos de cierta importancia y las otras dos, aunque se emplazan sobre cauces menores (ambos, afluentes del Aguasvivas), también se ubican en los tramos centrales de éstos. En definitiva, para las presas del Ebro se eligieron cerradas en principio problemáticas, tanto para la construcción como para el posterior mantenimiento, pues en los cuatro emplazamientos seleccionados la acción fluvial de los respectivos ríos debía ser, por lo menos, significativa.
Por el contrario, en las grandes presas del Tajo y el Guadiana la solución fue radicalmente distinta, pues en las tres se optó por seleccionar cabeceras fluviales y en dos casos, además (Proserpina y Cornalvo), cauces de menguados caudales. De este modo en Alcantarilla, situada muy próxima al nacimiento del Guajaraz (50 km2 de cuenca receptora) y cabecera del abastecimiento a Toledo, fue necesario construir una conducción con más de 40 km de recorrido, con pendientes a todas luces excesivas [20] . En Cornalvo [21] la posición es muy alta en el Albarregas y aunque este río produce inundaciones en Mérida con cierta frecuencia, los efectos empiezan a ser significativos aguas abajo de la presa. El caso de Proserpina [22] es realmente el de una antigua charca recrecida, con una cuenca de alimentación muy modesta y unas aportaciones equivalentes. Es de significar, también, que en todos estos casos los romanos, para aumentar las aportaciones a los respectivos embalses recurrieron a la misma solución: trasvases en cabecera desde cuencas adyacentes por medio de azudes de derivación y canales alimentadores a los embalses de longitudes significativas en todos los casos.
De estas tres presas la más difícil de justificar con criterios actuales es la de Alcantarilla, pues fácilmente se habrían logrado los mismos efectos seleccionando una cerrada en la zona donde hoy se ubica la presa moderna de Guajaraz. Sin embargo el hecho es que la presa romana se ubicó mucho más arriba, lo cual sólo se puede explicar -y, mucho mejor si se tiene en cuenta su pronta rotura, según se explica más adelante- por el deseo de los romanos de situar la obra cerca de las fuentes, buscando agua de calidad. En Cornalvo la presa también se podría haber situado cauce abajo, pero probablemente con peor cimentación y una reducción no muy significativa del canal de conducción a Mérida, que tiene una longitud total de unos 16 km. Además en este caso (vid supra), se reutilizó, sin duda, el canal original desde la captación-conducción en el subálveo del Albarregas. En Proserpina, con 10 km, aproximadamente, de conducción, la mayor duda que cabe es la relativa a la calidad del agua en una zona originalmente pantanosa.
En definitiva, las grandes presas romanas del Ebro, de un lado, y las del centro peninsular, de otro, ponen de manifiesto dos claras tendencias en los constructores latinos, quizá dos escuelas hidráulicas o, muy posiblemente, dos tendencias políticas, o político-económicas, muy diferentes. Ambas opciones son plausibles, pues hay que tener en cuenta, además, que las presas de Muel y Almonacid y, posiblemente, la de La Ermita de la Virgen del Pilar, son obras anteriores (es posible que hasta cincuenta años, como mínimo) a las del Tajo y el Guadiana.
Centrándonos ahora en las características estructurales –antes apuntadas en sus líneas principales-, las diferencias resultan también evidentes.
En Almonacid y Muel se trata de dos estructuras muy sólidas, que han resistido durante dos mil años la acción fluvial, si bien la presa de Almonacid que se conserva debió de ser una reconstrucción de otra, muy poco anterior, formada por tres arcos soportados por los estribos y dos grandes contrafuertes intermedios [23] . La estructura interior de Muel no se conoce, mientras que la de Almonacid se ha podido caracterizar con mucho detalle por medio de sondeos.
La fábrica de esta última presa consiste, en esencia, en un muro-pantalla, suplementado por paños verticales de muy diversos tipos y unos refuerzos finales que cubren parcialmente los dos paramentos con piezas de sillería (arenisca de una cantera relativamente próxima) y perfiles escalonados. En la base, la estructura alcanza casi los cuarenta metros de espesor, que, frente a los 34 m de altura máxima, conducen a unos coeficientes de seguridad al vuelco o al deslizamiento, sin duda excesivos [24] .
El uso del agua regulada por la presa de Almonacid es una cuestión todavía sin dilucidar totalmente. Es seguro que servía para atender una amplia zona regable situada junto al actual pueblo de Belchite, hasta donde llegaba a través de un canal de unos 8 km de longitud. Pero, por lo dicho más arriba, la magnitud de la obra parece indicar un destino urbano. La ciudad romana del Pueyo, próxima a Belchite y a la presa, queda claramente por encima de la conducción romana, con lo cual debería buscarse otro destino a las aguas reguladas en el embalse. Bajo este supuesto el final de la conducción de Almonacid podría ser la ciudad romana de Celsa (en margen izquierda del Ebro y cerca de Velilla, Zaragoza), a unos treinta kilómetros en línea recta del embalse. Sin embargo, hasta el momento no se ha localizado el hipotético tramo final de la conducción. Ésta, además, debería cruzar el Ebro, y, según la cota de llegada al enfrentarse a la ciudad por margen derecha se requeriría un puente o un puente-sifón (venter). Restos de un puente romano sobre el Ebro se han identificado muy cerca de Velilla y, por otro lado, cualquiera de las dos soluciones apuntadas eran bien conocidas por los romanos. Sobre el Puente de Piedra de Zaragoza, por ejemplo, circuló la conducción del Gállego [25] y en Toledo [26] se construyó un venter muy importante, hoy arruinado, por el que cruzaba el Tajo la conducción de Alcantarilla. No obstante, y por el momento, el abastecimiento romano a Celsa desde el Aguasvivas no deja de ser más que una hipótesis [27] .
El caso de Muel, en cuanto a solidez de la estructura se refiere, es, en cierta medida, similar al de Almonacid, aunque en este caso –y según lo ya comentado- la parte interior de la estructura no sé conoce todavía. Los paramentos que quedan a la vista (el embalse está completamente aterrado, igual que el de Almonacid [28] ) son de una fábrica bastante homogénea, con hiladas alternantes de elementos a soga y tizón, en algunos de las cuales se conserva todavía el almohadillado original de las piezas de caliza utilizada. Las características de esta fábrica han hecho pensar a algún autor en una fecha de construcción algo anterior a la de Almonacid [29] , con lo cual resultaría ser la primera de las grandes presas romanas construidas –o conservadas- en España.
Las aguas reguladas en Muel –y con independencia de otros posibles usos- parece claro que se utilizaron, básicamente, en el abastecimiento a Zaragoza.
Las presas de La Ermita de la Virgen del Pilar y de la Pared de los Moros son de estructuras más simples y, sobre todo, menos sólidas que las anteriores, pues en ambos casos la relación espesor-altura queda por debajo del valor admisible y, por ello, ambas se han arruinado. En la Ermita de la Virgen del Pilar [30] se recurrió inicialmente a un muro-pantalla pero, probablemente, se utilizó o fabricó un calicanto (opus caementicium) de baja calidad, que obligó a la disposición posterior de un nuevo paño de este material hacia aguas arriba, protegido, a su vez, por otro de calicanto y uno final de sillería. En La Pared de los Moros la estructura es un simple muro-pantalla de excesiva altura (más de 8 m) para su poco espesor (2,90 m). Sin embargo, la previsible rotura está muy centrada en la presa, lo que permite observar gran parte de las fábricas. No se conoce el destino de las aguas retenidas en ambos embalses, pero probablemente debieron ser obras de carácter rural, en especial la segunda de las citadas.
Todas estas obras del Ebro tuvieron que sufrir los embates de las aguas de sus respectivos cauces en crecida. Frente a estas situaciones, los aliviaderos, si es que existieron en todas ellas, debieron resultar escasamente funcionales. La única de estas presas en la que se conserva, con seguridad, una obra de este tipo, es la de Almonacid. Está situado junto al estribo izquierdo y es de dimensiones reducidas, con un límite claro para evacuar avenidas que se sitúa en unos 20 años de período de retorno, según cálculos efectuados con datos actuales [31] . Es decir, el aliviadero está claramente infradimensionado. Circunstancia que debió ser común en la mayor parte de las presas construidas por los romanos, pues no hay evidencias de aliviaderos en ninguna de las grandes presas mejor conservadas, como ocurre por ejemplo con las de Mérida.
En las presas del centro peninsular los romanos recurrieron, al menos en las tres mayores, a un tipo estructural radicalmente distinto que los que aplicaron en las del Ebro; modelo que se repite, con ligeras variantes, en las tres. Se trata, básicamente, de presas de tierra con pantalla de fábrica aguas arriba, constituida por un muro-pantalla del tipo antes descrito y más o menos elaborado, según los casos. En Proserpina y Alcantarilla el muro pantalla es relativamente grueso en la zona inferior de la estructura, con un espesor que se va reduciendo hacia coronación, lo que se consigue con la inclinación del paramento de aguas arriba. El efecto impermeabilizador estaba claramente asignado al núcleo de calicanto y, al ser muy esbelta la pantalla, la resistencia recaía básicamente en el caballón de tierras de aguas abajo. En Cornalvo, por lo hasta ahora conocido, la pantalla es algo más compleja, pues consiste en una serie de recintos, separados por muretes verticales, longitudinales y transversales, y relleno, según parece, de material arcillosos; el paramento de aguas arriba también es inclinado, como en las otras dos. Ahora bien, en este caso es posible que la estructura haya experimentado modificaciones importantes a lo largo del tiempo y que con esas obras se haya enmascarado el patrón romano original [32] .
El tipo estructural descrito plantea, en cualquier caso, un problema serio: la falta de resistencia de la pantalla frente a la carga del terraplén a embalse vacío, y, especialmente, en desembalses rápidos. De hecho, Alcantarilla se arruinó por un proceso de este tipo, si bien es posible que en coincidencia con una avenida, que habría abierto un primer boquete en la estructura, pues aunque la mayor parte de los bloques están volcados hacia aguas arriba, hay otros con el giro en sentido contrario. La rotura, en cualquier caso, por el estado de las fábricas, debió ser temprana Probablemente esta presa fue la primera de las tres en construirse y es posible que, una vez arruinada, se levantasen Proserpina y Cornalvo, mejorándose el modelo original. Pues concretamente en Proserpina se dispusieron contrafuertes aguas arriba y aguas abajo, estos últimos bastante más pequeños. En Cornalvo la pantalla es mucho menos esbelta que en las otras dos, aunque todavía se desconoce si la obra corresponde a la solución romana o a reparaciones posteriores. En todo caso, en Proserpina los contrafuertes de aguas arriba, al estar muy reparados, poco ayudan a la resistencia del conjunto. Cálculos recientes realizados para esta presa [33] ponen de manifiesto que, a embalse vacío, la pantalla no es estable frente al empuje del terraplén saturado. Ahora bien, al ser este terraplén muy arenoso (los mayores volúmenes provienen de arcillas originadas por la alteración del granito) y los desagües romanos de poca sección, es fácil que el vaciado del embalse en sus orígenes estuviese siempre acompañado del descenso del agua en el terraplén. Por ello, probablemente, la presa ha seguido en pie hasta la actualidad.
En las presas de Alcantarilla, Cornalvo y Proserpina no se han identificado aliviaderos de época romana, pues algunos elementos situados fuera de las respectivas estructuras, que se han reconocido como tales, corresponden con seguridad a obras posteriores o al resultado de la erosión natural. De todos modos, en estas presas, con excepción, en todo caso, de Alcantarilla (que se arruinó probablemente en una gran avenida) tampoco hacen mucha falta los aliviaderos, pues con los órganos de desagüe (aunque fueran de pequeñas dimensiones) y el desvío de los caudales que llegaban desde las cuencas adyacentes (las que, mediante trasvases, completaban la alimentación de cada embalse), se podía controlar la mayor parte de las crecidas, pues tanto en Cornalvo como en Proserpina las cuencas alimentadoras propias son de pequeñas dimensiones.
La presa de Proserpina tiene un interés especial, pues con ella está directamente relacionado el acueducto de Los Milagros a través de una conducción que tiene su origen a media altura de la presa. Recientemente, al retirar la Confederación del Guadiana los tarquines que rellenaban parcialmente el embalse se ha descubierto la parte inferior de la estructura, que difiere, en cierta medida, de la superior, que era la conocida de antiguo. En este sector bajo se han localizado dos tomas romanas, con tubos de plomo, y una del siglo XVI, probablemente, abierta en la fábrica por encima de las anteriores, para situarla más alta que el relleno que entonces tuviese el embalse. Todas estas tomas están conectadas con el bocín –o torre de toma- central, pero hay otra a mayor altura, y ya en la fábrica conocida, que enlaza con la otra torre que hay en al presa. Hace algunas décadas se sustituyó en este último bocín la original toma romana por otra moderna.
Las diferencias detectadas entre ambas fábricas han hecho pensar a algunos que la presa romana es sólo el sector inferior recientemente descubierto. Sin embargo esto no es posible, pues las tomas romanas situadas en este sector están a menor cota que el tramo de conducción que corre sobre el acueducto de Los Milagros. Por ello el comienzo de la conducción de Proserpina a Mérida debe, por tanto, situarse, obligadamente, en la toma situada en el bocín lateral de la presa, es decir, en la toma romana que se sustituyó hace años. Pues de otro modo el agua del embalse, por un simple problema de cotas, no llegaría a Mérida a través del acueducto de Los Milagros. Y, en cualquier caso, nunca pudo llegar toda el agua, pues una parte del embalse está por debajo de la toma indicada. Pero, en cualquier caso, el aspecto interesante de esta cuestión es que la presa tiene que ser en su totalidad romana (aunque quizá con reparaciones posteriores). Y hay, además, otro hecho de interés: como la presa se ha podido datar en la época de Trajano, por el método del C14, a partir de una muestra de madera localizada con un sondeo en la parte inferior de la presa, parece lógico pensar que el acueducto de Los Milagros deba ser también de esa misma época, circunstancia que no siempre se ha admitido.
Además de los tipos de presas que hemos revisado, los romanos recurrieron también a otras tipologías. Por ejemplo las de contrafuertes (muchos y próximos, como en Esparragalejo, también cerca de Mérida) o las presas curvas. De ambos tipos quedan algunos ejemplos en Hispania, sobre todo del primero (que suele resolverse con arcos múltiples entre contrafuertes), pues del segundo sólo hay una presa localizada hasta el momento: la de Puy Foradado, en la cabecera del sistema de Los Bañales, cerca de Sádaba (Zaragoza). En cualquier caso, todas ellas son presas menores; quede su estudio para otro momento.
[1] Sobre este tema conviene consultar a G. Panimole en su ya clásico Gli acquedotti di Roma antica (Roma, reed. 1984) y, desde luego, a Sexto Julio Frontino, que supo recoger con precisión su labor como curator aquarum durante la segunda mitad del siglo I, en su minucioso tratado De aquaeductu urbis Romae. (Hay una cuidada edición en español a cargo de Tomás González Rolán: Los acueductos de Roma, Madrid, 1985).
[2] Llamados arrugia por los romanos, que tomaron la voz de pueblos más antiguos, de origen celta, iniciadores de este tipo de explotaciones; en ella tiene su origen nuestro hidrónimo arroyo. Sobre estas explotaciones puede verse: F.J. Sánchez-Palencia: “Minería y red hidráulica en la mina de oro romana de Las Médulas (León)” I Congreso de Historia de las Presas, Tomo I, Mérida, 8-11 de noviembre de 2000
[3] Cf. M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y R. Cortés: “La presa romana de Almonacid de la Cuba”, en VV.AA.: La presa de Almonacid de la Cuba. Del mundo romano a la Ilustración en la cuenca del río Aguasvivas, Ed. Doce Calles, Madrid, 1996.
[4] Cf. G Panimole, op. cit.
[5] Cf. F. Aranda Gutiérrez, J. Carrobles Santos y J.L. Isabel Sánchez: El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo, Toledo, 1997 y también L. Arenillas, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y J.M. Macías: “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, en Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, Madrid, 1999.
[6] M. Macías Liáñez: Mérida monumental y artística, Mérida, 1929, pp. 54-56.
[7] Sobre estas captaciones y, en general, sobre los distintos sistemas romanos de abastecimiento de agua a Augusta Emerita véase: J. Martín, M. Arenillas, R. Cortés, C. Díaz-Guerra y L. Arenillas: “El sistema hidráulico de Cornalbo en Mérida”, en Actas III Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 de octubre de 2000.
[8] Cf. VV.AA.: El acueducto romano de Caesaraugusta, Madrid, 1994, op. cit., donde el manuscrito trascrito de D. Juan Antonio Fernández da distintas noticias sobre conducciones que llegaban a Zaragoza.
[9] Confederación Hidrográfica del Guadiana-Ingeniería 75, S.A.: Estudio de caracterización del sistema hidráulico de las conducciones romanas a la ciudad de Mérida (Badajoz), 1996 (inédito) y también J. Martín Morales, M Arenillas Parra, C. Díaz-Guerra Jaén, R. Cortés Gimeno, M. Arenillas Girola, y D. Jiménez González: “El abastecimiento de agua romano a Augusta Emérita” en Actas del II Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, pp.321-329, A Coruña, 22-24 de octubre de 1998.
[10] C. Fernández Casado: Los acueductos romanos, Instituto Eduardo Torroja, Madrid, 1972.
[11] J.C. Castillo Barranco: Tipología y materiales de las presas romanas en España, Tesis Doctoral (inédita), Madrid, 2002.
[12] Cf. F. Sáenz Ridruejo: “Observaciones técnicas sobre el abastecimiento romano de aguas a Tarragona”, Bimilenario de Segovia: Symposium de Arqueología Romana, Barcelona, 1977, pp. 351-358.
[13] Cf. J. Martín Morales, M Arenillas Parra, C. Díaz-Guerra Jaén, R. Cortés Gimeno, M. Arenillas Girola, y D. Jiménez González: “El abastecimiento de agua romano a Augusta Emérita”, op.cit.
[14] Hasta el momento no parece que haya otra recopilación que la de N.J. Schnitter: A history of dams, Rotterdam, 1994, de la que tomo los datos de esta tabla (corrigiendo algunas carencias y errores relativos a España) y de la siguiente. (Hay traducción española, publicada por el Colegio de Ingenieros de Caminos –Historia de las presas- en 2000).
[15] En estas relaciones nos hemos limitado a señalar las mayores presas de las que se tiene alguna referencia, pero es evidente que con presas de menor altura también se pueden lograr grandes embalses; es, por ejemplo, el caso, en España, de la presa de Consuegra, en Toledo, también de época romana.
[16] J.C. Castillo Barranco: Tipologías y materiales de las presas romanas en España, op. cit.
[17] En Portugal hay citadas diversas presas en la cuenca del Tajo y el Guadiana, de dimensiones medianas en general. Puede verse al respecto A. de Carvalho Quintela, J.L. Cardoso y J.M. Mascarenhas: Aproveitamentos hidráulicos romanos a sul do Tejo", Lisboa, 1986.
[18] Sobre estas cuestiones puede verse: M. Arenillas “Hidrología e hidráulica en el solar hispano. Las presas en España”. Ponencia en el I Congreso de Historia de las Presas, Mérida, 8 a 11 de noviembre de 2000, Mérida, 2002.
[19] Es posible que en algunos casos los romanos hayan recurrido a presas exclusivamente de tierras. No se ha conservado ninguna de estas hipotéticas estructuras, pues algunas de ellas, que se han citado como romanas, resultan siempre obras mucho más recientes, lo cual no es raro, pues con los problemas que tuvieron los constructores latinos para el dimensionamiento y la construcción de aliviaderos, de haber construido algunas obras de este tipo es casi seguro que pronto habrían sido arruinadas por la acción fluvial.
[20] Cf. F. Aranda et al El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo, op.cit. y L. Arenillas et al: “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, en Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, op. cit.
[21] Cf. Confederación Hidrográfica del Guadiana-Ingeniería 75, S.A.: Estudio de caracterización del sistema hidráulico de las conducciones romanas a la ciudad de Mérida (Badajoz), op. cit. y : J. Martín, M. Arenillas, R. Cortés, C. Díaz-Guerra y L. Arenillas: “El sistema hidráulico de Cornalbo en Mérida”, op. cit.
[22] Cf. Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas-Ingeniería 75, S.A. Estudio de actuaciones para la rehabilitación de la presa romana de Proserpina en Mérida, Madrid, 1992 (inédito). Confederación Hidrográfica del Guadiana-Ingeniería 75, S.A.: Estudio de caracterización histórica, funcional y constructiva del sistema hidráulico de Proserpina T/M de Mérida (Badajoz), Madrid, 1995 (inédito). M. Arenillas, J. Martín y A. Alcaraz: “Nuevos datos sobre la presa de Proserpina”, Revista de Obras Públicas, nº 3311, Madrid, junio 1992, pp. 65-96. A. Alcaraz, M. Arenillas y J. Martín: “La estructura y la cimentación de la presa de Proserpina”, IV Jornadas Españolas de Presas, Comité Nacional de Grandes Presas, Murcia, 1993.
[23] Sobre los detalles de esta obra, véase M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y R. Cortés: “La presa romana de Almonacid de la Cuba”, en VV.AA.: La presa de Almonacid de la Cuba. Del mundo romano a la Ilustración en la cuenca del río Aguasvivas, op. cit.
[24] Para una estructura de sección rectangular y peso específico medio de 2 t/m3 (que debe aproximarse bastante al de las fábricas romanas), la estabilidad al vuelco estricta se consigue con una altura doble del espesor, incluyendo, como es lógico, el efecto de la subpresión, circunstancia que, muy probablemente, los romanos no sabían valorar, a pesar de Arquímedes.
[25] VV.AA. El acueducto romano de Caesaraugusta, Madrid, 1994.
[26] Cf. F. Aranda Gutiérrez, J. Carrobles Santos y J.L. Isabel Sánchez: El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo, Toledo, 1997 y también L. Arenillas, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y J.M. Macías: “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, en Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, Madrid, 1999., op. cit.
[27] Se ha apuntado también como destino de las aguas de Almonacid, la propia ciudad de Caesaraugusta, creada por Augusto en fechas próximas a las de la construcción de la presa. Tampoco en este caso se han localizado restos de la conducción que, en cualquier caso, casi triplicaría la distancia a Celsa y habría supuesto una obra muy compleja.
[28] Sobre el aterramiento de este embalse de puede consultar J.I. Hereza, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y R. Cortés: “Un ejemplo histórico: el aterramiento del embalse romano de Almonacid de la Cuba”, Congreso de Grandes Presas, Valencia, 1996.
[29] Cf. J.C. Castillo Barranco: Tipologías y materiales de las presas romanas en España, op. cit
[30] Cf. Confederación Hidrográfica del Ebro-Ingeniería 75, S.A. Estudio de la presa de la Ermita de la Virgen del Pilar. Monforte de Moyuela (Teruel) (inédito), 2000.
[31] Cf. J.C. Castillo Barranco: Tipologías y materiales de las presas romanas en España, op. cit
[32] Cf. J. Martín, M. Arenillas, R. Cortés, C. Díaz-Guerra y L. Arenillas: “El sistema hidráulico de Cornalbo en Mérida”, op. cit.
[33] Cf. J.C. Castillo Barranco: Tipologías y materiales de las presas romanas en España, op. cit.