Portada de TRAIANVS


LA PRESA ROMANA DE PROSERPINA

Miguel Arenillas Parra, Carmen Díaz-Guerra Jaén y Rafael Cortés Gimeno



Miguel Arenillas Parra
© 2002

TRAIANVS © 2002



INTRODUCCIÓN

La presa romana de Proserpina está situada a unos cinco kilómetros de Mérida, al pie de la sierra de Carija, y forma un pequeño embalse en el arroyo de Las Pardillas, subafluente del Guadiana por margen derecha, a través del río Aljucén. En origen la presa y su embalse formaron la cabecera de uno de los tres grandes sistemas de abastecimiento de agua a la colonia Augusta Emerita; más tarde, una vez perdida esta función, las aguas retenidas en Proserpina se fueron aplicando a otros fines distintos de los previstos por los romanos. Esta situación, de la que hay algunas referencias –tanto de usos del agua como de reparaciones de la estructura- se ha mantenido, en la práctica, hasta nuestros días, lo que explica el buen estado de conservación de la obra.


DATOS PRINCIPALES DE LA OBRA:

NOMBRE ACTUAL

PRESA DE PROSERPINA

RÍO

ARROYO DE LA PARDILLAS

TÉRMINO MUNICIPAL

MÉRIDA


CUENCA:

PROPIA

8,52 km2

TRASVASE (A. DE LAS ADELFAS)

15,25 km2


EMBALSE:

VOLUMEN

6,5 hm3

SUPERFICIE

70 ha


PRESA:

ALTURA SOBRE CIMIENTOS

21,60 m

LONGITUD DE CORONACIÓN

427,89 m


En 1991 la Confederación Hidrográfica del Guadiana inició una serie de actuaciones dirigidas a la rehabilitación de la presa y el embalse, cuyas aguas habían alcanzado un alto grado de eutrofización al no poderse evacuar en su totalidad, ya que las tomas -o desagües- más profundos habían dejado de funcionar bastante tiempo atrás como consecuencia del atarquinamiento parcial del vaso. La retirada de estos materiales puso al descubierto casi siete metros de la parte inferior de la estructura, de la cual hasta entonces no se tenía noticia. En relación con estos trabajos se realizó también una campaña de sondeos y catas, que tenía por objeto facilitar la caracterización de la obra y el estado de la cimentación. La investigación que se planteó entonces y los estudios que se fueron desarrollando después son los que han permitido avanzar en el conocimiento de este importante sistema hidráulico de época romana[1].

La presa y el sistema hidráulico

La presa está constituida por un amplio terraplén, apoyado aguas arriba en un muro-pantalla de fábrica que consta, en esencia, de un núcleo de hormigón de cal (opus caementicium), enmarcado entre dos paños de sillería, sillarejo o mampostería, según las zonas. La acción resistente de la estructura frente a la carga de agua está encomendada al terraplén, mientas que el efecto impermeable se consigue con el muro-pantalla y, concretamente, con el núcleo de hormigón de cal. Se trata por tanto, en terminología actual, de una presa de tierras con pantalla impermeable aguas arriba.

El muro-pantalla tiene una altura máxima de 21,60 m y es de traza ligeramente quebrada, con tres alineaciones rectas que, en total, suman 427,80 m de longitud. A continuación de la presa, por margen izquierda, hay un muro auxiliar de unos cien metros de longitud, que sirve para cerrar algunos vanos donde el terreno queda por debajo de la cota de coronación. En uno de estos tramos se ha abierto en época moderna un boquete rectangular de casi cinco metros de longitud por unos dos de altura, que ha servido de aliviadero y es conocido como “la sangradera”. Los sondeos horizontales realizados en el muro-pantalla han permitido fijar para éste un espesor en cimientos de 5,90 metros.

El paramento de aguas arriba del muro es vertical en los 6,60 m inferiores (la fábrica últimamente descubierta) e inclinado en los quince restantes, donde las sucesivas hiladas de sillares que lo forman están ligeramente escalonadas. De este paramento surgen nueve contrafuertes distribuidos de modo irregular a lo largo del sector central de la presa; ocho tienen su origen en la fábrica inferior y sólo uno, el más próximo al estribo derecho, queda fuera de esta zona central. Los ocho primeros son verticales en la parte correspondiente a la fábrica más antigua e inclinados desde ahí hasta la coronación con una pendiente algo más suave que la del muro, lo que se consigue también con el retranqueo de las sucesivas hiladas. En el tramo inferior estos ocho refuerzos alcanzan una longitud total de cuatro metros y medio desde el paramento y rematan con sección semicircular; en la zona superior, todos los contrafuertes son de sección rectangular.

El paramento de aguas abajo queda cubierto por el espaldón de tierras casi hasta coronación. No obstante, mediante sondeos y rozas se ha podido comprobar su verticalidad en distintos puntos, lo que, probablemente, es característica general a lo largo de toda la estructura. Las indicadas prospecciones han permitido detectar también la presencia de dieciséis contrafuertes en el sector central de la presa, que se prolongan desde el paramento hacia aguas abajo y están, por tanto, cubiertos por el terraplén. Se trata de elementos verticales, de mampostería (opus incaertum), de 1,40 metros de ancho y tres metros de longitud, separados unos seis metros entre ejes. Todos estos contrafuertes culminan a unos dos metros por debajo de coronación, en coincidencia con un retallo de treinta centímetros que aparece a lo largo del muro.

El núcleo del muro-pantalla es un hormigón de cal en el que se han utilizado varios tipos de áridos, según se observa en los testigos de sonda. En los sectores en los que el hormigón es de mejor calidad (muy compacto) los áridos empleados (de dimensiones centimétricas) son en su mayoría esquistos muy competentes y cuarcitas; en otras zonas se han empleado cantos de granito (en general baste alterado), que dan un hormigón más friable. La distribución de ambos tipos de calicanto no parece seguir ninguna secuencia clara, lo que no permite establecer distintas etapas constructivas; no obstante, en la fábrica inferior predomina el hormigón de mejor calidad.

El espaldón de tierras tiene unos 30 m de anchura en coronación y aunque ha debido de rehacerse en varias ocasiones, los materiales que lo constituyen (detectados por los sondeos) muestran dos zonas claramente diferenciables: una inferior, formada por limos similares a los que rellenaban el embalse y otra superior en la que se utilizaron arcillas arenosas que provienen de la alteración del granito de la zona; el conjunto es, en general, bastante permeable.

Las tomas del embalse se sitúan en dos torres o bocines que se adosan al muro-pantalla por la parte de aguas abajo, quedando por tanto embebidas en el espaldón de tierras, del que sobresalen con la altura estricta para permitir el acceso a su interior. El bocín principal se ubica en la parte más profunda de la cerrada y tiene una sección irregular, aunque casi cuadrada, de entre cinco y seis metros de lado por el exterior. A esta torre acometen dos series de tomas. La inferior es de época romana y está formada por dos tubos de plomo de unos 22 cm de diámetro interior, que se emplazan a poco más de tres metros sobre el nivel de cimentación. Casi cuatro metros más arriba hay otra toma, cuya embocadura es una losa de piedra en la que se ha labrado un hueco circular, que se prolonga hasta el interior de la torre; debe de corresponder a una obra tardía, del siglo XVII probablemente, con la que se restituyó la funcionalidad del embalse en un momento en el que las tomas romanas eran ya inoperantes al estar cubiertas por los sedimentos que rellenaban el vaso. La otra torre se sitúa en margen izquierda y es también de sección sensiblemente cuadrada, de unos siete metros de lado por el exterior. A esta torre acomete la toma superior, que se emplaza casi diez metros por encima de la más baja. En los años cuarenta del siglo pasado se sustituyó el tubo romano que había en ella por el de fundición que se conserva actualmente.

   

La presa de Proserpina se levanta sobre el cierre de una antigua charca y probablemente se planteó en origen como un simple recrecimiento de esta pequeña laguna. El emplazamiento así elegido por los romanos delimita una cuenca receptora de muy poca extensión (8,5 km2), cuyas escorrentías anuales debían de quedar claramente por debajo de la capacidad establecida para el embalse (6,5 hm3). Para corregir esta carencia –y, con seguridad, desde el primer momento- los romanos plantearon el trasvase de parte de los caudales de una cuenca adyacente, la del arroyo de Las Adelfas[2]. Esta obra consiste en un largo muro que corre por margen derecha del citado cauce hasta un punto topográficamente favorable en el que se desvía hacia la izquierda, cortando el arroyo, para desde allí alcanzar la cuenca de Las Pardillas y el embalse de Proserpina a través de un pequeño collado, que fue convenientemente rebajado por los romanos. De este modo se logró un incremento de la superficie alimentadora de otros 15 km2, aproximadamente.

Con este tipo de solución es evidente que los romanos no buscaban una presa de regulación (en el sentido actual del término), sino simplemente la formación de un gran depósito (caput acquae) en la cabecera de uno de los tres sistemas de abastecimiento de agua a Mérida. El modelo se aplicó también –y probablemente antes, por lo que luego se verá- en las otras dos grandes presas que construyeron los romanos en el centro-oeste peninsular: la de Alcantarilla en el abastecimiento a Toletum y la de Cornalvo en la propia Augusta Emerita; en las tres obras, además, recurrieron a soluciones estructurales del mismo tipo[3]. Sin embargo, en otras zonas de Hispania los romanos plantearon y construyeron verdaderas presas de regulación, con tipologías constructivas muy distintas a las de Mérida y Toledo, como se puede comprobar, por ejemplo, en la cuenca del Ebro, donde se conserva la mayor de todas ellas: Almonacid de la Cuba[4].

El carácter de gran depósito que tiene el embalse de Proserpina queda patente en la falta de un aliviadero de superficie en la presa, pues probablemente los romanos entendieron que el depósito era manejable sin este importante –y casi siempre necesario- órgano de desagüe. Lo cual, en cierta medida, podría considerarse un razonamiento válido, ya que en períodos de grandes lluvias cabía limitar las entradas al embalse, derivando hacia su cauce natural las escorrentías que tenían su origen en la cuenca de Las Adelfas. Sin embargo es evidente que en situaciones extremas, es decir, con lluvias muy intensas sobre la cuenca propia, las entradas de agua al embalse podrían no ser evacuadas en su totalidad por las tomas (los únicos elementos de desagüe disponibles), dada su reducida capacidad. En consecuencia, situaciones de este tipo a embalse lleno –o próximo a su volumen máximo- conducirían, inevitablemente, a vertidos por coronación, con el consiguiente arrastre de los materiales del terraplén y eventuales roturas –más o menos importantes- de las fábricas del muro-pantalla. Con los datos hasta ahora disponibles no es fácil asegurar que alguna de estas situaciones extremas se presentase durante la época romana, pero es muy probable que sí se hayan producido durante los casi dos mil años transcurridos desde la construcción de la obra, sobre todo a partir del momento en el que las tomas más bajas quedaron obturadas por los rellenos del embalse. Los restos de fábricas, intercalados entre niveles de limos, que se pudieron identificar en la estratigrafía realizada durante las labores de vaciado de estos rellenos, quizá estén indicando, precisamente, sucesivas roturas del muro-pantalla, derivadas de otras tantas avenidas extraordinarias. De hecho en una obra similar (aunque con una cuenca alimentadora algo más extensa), como es la presa de Alcantarilla, una situación de este tipo condujo, casi con seguridad, a su ruina, según se explica más adelante.

Entre la presa y Mérida los romanos construyeron un canal de cerca de 10 km de longitud, que llegaba a la ciudad después de cruzar el río Albarregas por el acueducto de Los Milagros. El trazado del canal se puede restituir a lo largo de prácticamente todo el recorrido, pues se conservan abundantes restos de la fábrica original, sobre todo en las vaguadas que atraviesa, donde se construyeron pequeños acueductos; se ha identificado también un tramo en túnel[5]. Todo el canal debía de estar cubierto, pues algunos sectores próximos a Mérida, excavados recientemente, conservan bóvedas de mampostería de medio punto. Los primeros restos del canal se han localizado al pie de la presa, en margen izquierda del arroyo de Las Pardillas, donde la conducción se sitúa a cota más alta que la correspondiente a la toma romana inferior. De este modo, el abastecimiento a Mérida a través del acueducto de Los Milagros se tuvo que atender desde la toma superior, lo que limitaba, aunque no mucho, el agua disponible (véase el gráfico de la curva característica del embalse); la toma más baja quedaría para otros usos, probablemente el suministro de agua a algunos molinos o a pequeñas zonas regables.

CRONOLOGÍA

Para la presa de Proserpina se dispone de algunos datos de cronología absoluta, que permiten situar su fecha de construcción dentro de unos límites razonables, aunque quizá insuficientes para determinados tipos de análisis.

Se han podido datar por el método del 14C dos muestras de madera. La primera de ellas, de dimensiones muy pequeñas, se localizó dentro de un testigo correspondiente al núcleo de opus caementicium del muro-pantalla y extraído por un sondeo horizontal que se realizó en las proximidades de la toma romana inferior y casi a la misma cota de ésta. La otra muestra se obtuvo de una pieza de madera que apareció entre los limos del embalse, cerca de la indicada toma inferior. Esta pieza es un tapón de forma cónica, de 1,50 m de longitud y unos 32 cm de diámetro máximo, que se debía de utilizar para obturar uno de los tubos de plomo de la toma desde el lado del embalse cuando fuese necesario reparar alguna de las válvulas de bronce que había en el interior de la torre. El tapón tenía un zuncho de plomo cerca de la base (de algo menos de 5 cm de anchura), que es el que lo hundió en el embalse. Estas muestras, datadas por el indicado método del 14C y calibradas conjuntamente[6], determinan un período de máxima probabilidad para la construcción de la presa que se sitúa a lo largo de los últimos años del siglo I y primeros del siglo II.

Algunos datos de cronología relativa son coherentes con estas fechas. Según hemos explicado en otra ocasión[7], basándonos en criterios técnicos (que habrán de ser corroborados - o corregidos, en su caso- por datos arqueológicos), la secuencia constructiva de los tres sistemas romanos de abastecimiento de agua a Augusta Emerita debería haber sido la siguiente:

- Captación subálvea en los aluviales del actual embalse de Cornalvo y conducción hasta Mérida (Acqua Augusta), anterior a la construcción de la presa.

- Captación subterránea de Rabo de Buey (Las Tomas) en los coluviones situados al pie de la sierra de Carija y conducción hasta Mérida a través del acueducto de San Lázaro.

- Enlace de la captación-conducción del Borbollón con la conducción de Cornalvo.

- Construcción de la presa de Cornalvo y formación del embalse, incluido el trasvase desde el arroyo de Las Muelas (azud de derivación y canal alimentador).

- Construcción de la presa y el embalse de Proserpina, así como el trasvase desde el arroyo de Las Adelfas y la conducción hasta Mérida, con el acueducto de Los Milagros.

Las ideas básicas que han guiado estas conclusiones (con los matices que figuran en la publicación antes mencionada) son las siguientes:

- La conducción de Cornalvo es la única que alcanza la parte alta de la ciudad romana, donde se situaron los principales edificios públicos. Además, esta conducción, al discurrir por la margen izquierda del río Albarregas no requería grandes estructuras.

- La conducción de Rabo de Buey accede a la ciudad después de cruzar el Albarregas, lo que obligó a construir el primer acueducto de San Lázaro (el actual es una reconstrucción del siglo XVI), que fue una obra de mucha importancia. Por otro lado, esta conducción llega a Mérida a cota inferior que la anterior y no cubre, por tanto, la parte más alta de la ciudad.

- La conducción de Proserpina llega a la zona oeste de Mérida en posición un tanto marginal y sin posibilidades de atender las demandas de la parte principal del núcleo urbano, de la que quedaba separada por un barranco (la actual calle Muza), donde no se han identificado restos de ningún sifón o acueducto. Esto parece indicar que sus aguas se dedicaron a abastecer el extremo occidental de la ciudad y, quizá, otras áreas marginales. Además el origen de esta conducción al norte de Mérida obligó también a cruzar el Albarregas, lo que se solucionó en este caso con el importante acueducto de Los Milagros.

- En definitiva, con Rabo de Buey y con Proserpina no se pueden atender las necesidades de toda la ciudad y, además, ambas requirieron obras de mucha envergadura (los acueductos de San Lázaro y Los Milagros)

Por otro lado, y según se ha comentado más arriba, las tres grandes presas romanas, del centro-oeste de la Peninusla –Alcantarilla, Cornalvo y Proserpina- son obras planteadas con criterios estructurales prácticamente idénticos. De ellas, Alcantarilla se arruinó, y probablemente muy pronto, como consecuencia del empuje del terraplén sobre el muro-pantalla, tal y como cabe deducir de la posición de los bloques derruidos, que en su mayor parte están volcados hacia el embalse. Esta rotura se debió de producir a embalse vacío y terraplén saturado, que es cuando el muro-pantalla resulta claramente inestable frente a los empujes del terraplén; ahora bien, es posible que este proceso se iniciase durante una avenida, que pudo dar lugar a la apertura de un boquete en la estructura por el que se vaciase el embalse, pues algunos elementos del muro-pantalla derruido aparecen aguas abajo de su posición inicial. Tanto en Cornalvo como en Proserpina los muros-pantalla de fábrica están más reforzados que los de Alcantarilla; en el primer caso con una serie de muros en retícula[8] y en el segundo con contrafuertes. Estas mejoras estructurales parecen indicar que al construirse las dos presas de Mérida se conocía ya el mal comportamiento de la de Toledo. Si esto es así –y parece razonable que lo sea- Cornalvo y Proserpina tienen que ser posteriores a Alcantarilla, aunque probablemente no mucho, pues las tres son presas planteadas y construidas con criterios de emplazamiento y estructurales del mismo tipo; es decir, parecen ajustarse al modelo de una determinada “escuela” de hidráulicos.

Para la presa de Alcantarilla se ha fijado una fecha de construcción posterior al primer cuarto del siglo I[9]. A partir de este dato y de los argumentos anteriores, la fecha de la construcción de Cornalvo podría situarse razonablemente en la segunda mitad del siglo I (quizá en las primeras décadas de este período); con lo cual el desarrollo de todas las obras del sistema de Proserpina (presa principal, trasvase desde la cuenca de las Adelfas y conducción a Mérida, incluido el acueducto de Los Milagros) podría haber tenido lugar, en buena lógica, entre las últimas décadas del siglo I y las primeras del siglo siguiente; es decir, en fechas coherentes, según lo dicho, con las de máxima probabilidad deducidas de las dataciones por el método del 14C. En relación con estos desfases temporales conviene tener en cuenta que las labores de planeamiento, proyecto y construcción de obras de esta categoría tuvieron que ser en época romana –como todavía lo son en la actualidad- procesos de larga duración, sometidos a avatares de muy distinto tipo.

Portada de TRAIANVS


[1] Los principales resultados de estos estudios se han recogido en M. Arenillas, J. Martín y A. Alcaraz: “Nuevos datos sobre la presa de Proserpina”, Revista de Obras Públicas, nº 3311, Madrid, junio 1992, pp. 65-96. A. Alcaraz, M. Arenillas y J. Martín: “La estructura y la cimentación de la presa de Proserpina”, IV Jornadas Españolas de Presas, Comité Nacional de Grandes Presas, Murcia, 1993. J. Martín, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra, R. Cortés, M. Arenillas Girola, D. Jiménez: “El abastecimiento de agua romano a Augusta Emérita”, Actas II Congreso Nacional de Historia de la Construcción. La Coruña, 22-24 de octubre de 1998.

[2] Durante la época romana las temperaturas debieron de ser algo más altas que las actuales y quizá también las precipitaciones (Vid. I. Font Tullot: Historia del clima en España, Madrid, 1988). No obstante, las escorrentías disponibles no pudieron ser muy superiores a las actuales, como lo pone de manifiesto la solución adoptada por los romanos en Proserpina.

[3] Para Alcantarilla véase L. Arenillas, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y J.M. Macías: “El abastecimiento de agua a Toledo en época romana”, en Historia del abastecimiento y usos del agua en la ciudad de Toledo, Madrid, 1999 y para Cornalvo, J. Martín, M. Arenillas, R. Cortés, C. Díaz-Guerra, L. Arenillas: “El sistema hidráulico de Cornalvo en Mérida”, en III Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 de octubre de 2000. En ambos trabajos hay abundante bibliografía de estudios anteriores.

[4] Sobre estas obras puede verse M. Arenillas, C. Díaz-Guerra y R. Cortés: “La presa romana de Almonacid de la Cuba”, en La presa romana de Almonacid de la Cuba. Del mundo romano a la Ilustración en la cuenca del río Aguasvivas, Madrid, Doce Calles, 1996; I. Hereza, M. Arenillas, C. Díaz-Guerra, R. Cortés: “Las presas de la cuenca del Aguasvivas. Dos mil años de regulación fluvial”., en Actas del I Congreso Nacional de Historia de la Presas, Mérida, 8-11 de noviembre de 2000 y M. Arenillas, I. Hereza, F. Jaime, C. Díaz-Guerra y R. Cortés: “La presa de Almonacid de la cuba y otros aprovechamientos de época romana en la cuenca del Aguasvivas”, TRAIANVS: https://www.traianvs.net

[5] J.M. Álvarez, J. García, M.C. Hernández y M.E. Cámara: “La localización de la conducción romana desde el embalse de Proserpina hasta Mérida mediante la aplicación conjunta de la topografía y la geofísica”, Jornadas sobre Teledetección y Geofísica aplicadas a las Arqueología, Mérida, 1987.

[6] La muestra del interior de la presa se ha datado en el Centre for Isotope Research de la Universad de Groningen (GrA-2461) y la del tapón en el Laboratorio de Geocronología del Instituto Rocasolano del CSIC (CSIC-959). La calibración conjunta de ambas ha sido realizada por el Dr. Alonso del CSIC.

[7]Cf. J. Martín, et al, 1998, op. cit.

[8] Aunque en Cornalvo, donde la estructura todavía no se ha investigado en detalle, algunos de estos refuerzos pueden ser de época claramente posterior (Vid. J. Martín et al, 1998, op. cit.).

[9] J.L. Sánchez Abal: “Obra hidráulica romana en la provincia de Toledo (Pantano de Alcantarilla), Segovia y la Arqueología romana, Barcelona, 1977.


Portada de TRAIANVS