CARACTERÍSTICAS DE LA INFRAESTRUCTURA VIARIA ROMANA
Publicado en la Revista Obra Pública Ingeniería
y Territorio nº 56
Monográfico Ingeniería e Historia II
Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos
Septiembre de 2001
TRAIANVS © 2001
1.- Objeto.
Se pretende con este trabajo realizar un somero análisis de las características
del trazado, las soluciones de drenaje y la tipología de la infraestructura
de las vías romanas, tomando como base la amplia información recabada
al respecto en las labores de investigación llevadas a cabo por el autor
en los últimos años en el norte peninsular.
2.- Antecedentes.
La identificación y el análisis exhaustivo de grandes longitudes de vías
romanas permiten determinar las características de trazado y afirmado
utilizadas por los ingenieros romanos en una importante diversidad de
circunstancias.
A este respecto, tras estudiar en torno a un millar de kilómetros de
caminos romanos ciertos en el norte peninsular [1] , he podido contar con la casuística suficiente
para llegar a conclusiones válidas en lo que respecta a las características
técnicas de las vías que se construyeron durante el periodo romano.
Independientemente de la pormenorización de estas características que
luego expondré, existe una apreciación fundamental, característica típica
de las vías romanas: La evidencia absoluta del empleo de técnicas de ingeniería,
tanto en el trazado como en el afirmado, que permiten sobradamente el
tráfico rodado.
Esta circunstancia me ha permitido discriminar otros varios cientos de
kilómetros de caminos, hasta ahora considerados como romanos por la arqueología,
que me veo obligado a datar en épocas diferentes a la del mundo romano.
En contraposición a los romanos, los caminos medievales, carecen de la
intervención del ingeniero y en general de la calidad técnica suficiente
para permitir el tráfico rodado. Evidentemente los objetivos buscados
no eran los mismos. De todos ellos pondré varios ejemplos.
3.- Los caminos romanos.
Desde siempre, la guía por excelencia para la identificación de los caminos
romanos la ha constituido el conocido Itinerarium Provinciarum Antonini
Augusti (en adelante el Itinerario). Se trata de una relación
de itinerarios en el que figuran antiguas ciudades romanas (mansio)
cada una de las cuales va acompañada de la distancia en millia passuum
que la separan de la anterior [2]
.
La reducción de muchas de las mansiones a un lugar concreto es todavía
un enigma para la arqueología, aunque alguna de las vías más importantes
tienen casi todas bien identificadas.
Este es el caso de la vía nº 1 de la edición de Saavedra
[3] (DE ITALIA IN HISPANIAS A MEDIOLANO VAPINCO TRANS ALPES
COTTIAS MANSIONIBUS SUPRA SCRIPTIS MP CCLV. INDE AD GALLICIAM
AD LEGIONEM VII GEMINAM) cuyo recorrido en España abarca desde la
Junquera hasta León, pasando por Tarragona y Zaragoza. El hecho de poder
tener determinados casi todos los puntos de conexión (mansio) de
los diversos tramos me ha facilitado mucho la identificación y el estudio
realizado en toda su longitud por las actuales Comunidades Autónomas de
Aragón, La Rioja y Castilla y León.
Su recorrido se solapa con el de otras vías descritas en el Itinerario
y entre todas describen un único corredor.
Está claro que no todas las vías quedaron recogidas en el Itinerario.
Por ejemplo, ciudades de la importancia de Clunia disponían de
comunicaciones interurbanas no reseñadas en las fuentes clásicas y cuyos
vestigios y trazado se pueden seguir hoy en día.
Sin embargo creo que no son demasiadas las que quedan fuera del Itinerario
y si muchas las que se pretenden romanas sin serlo. La mayoría de éstas,
descritas en la diversa bibliografía hoy existente, son simples caminos
empedrados que o no comunican ciudades romanas o no tienen la continuidad
suficiente para evidenciar tal cosa.
De cualquier forma, en todas las vías romanas estudiadas queda constatado
el empleo sistemático de técnicas avanzadas que las diferencian ampliamente
de otros caminos antiguos.
3.1.- Características de trazado.
Vía y mansio forman un conjunto estratégico fundamental para la
socioeconomía de la época romana. Una se apoya en la otra para sobrevivir:
mientras que el tráfico de mercancías y personas es indispensable para
la prosperidad de la ciudad, la presencia de ésta asegura la supervivencia
física del camino a la vez que controla eficazmente el tránsito por él.
Así, prácticamente todas las ciudades comunicadas por la vía son cabeza
de puente, a veces múltiple, guardando la integridad de éste a la vez
que controla el paso por él, premisa fundamental de éxito en casos de
conflicto bélico.
Las escasas excepciones a lo dicho son las de aquellas ciudades cuya
situación en el paso obligado o difícil las confiere igual valor estratégico,
tal es el caso de aquellas que controlan pasos difíciles, collados o puertos.
El trazador romano también tenía en cuenta estos aspectos y el diseño
de la vía responde a ciertas características generales que el ingeniero
de la época sabía conjugar con admirable equilibrio y haciendo honor a
su nombre con gran ingenio.
3.1.1.- Calidad de diseño.
Por las características encontradas en el perfil longitudinal de las
vías romanas debe concluirse que estas estaban diseñadas para el tráfico
de rueda. Se busca el lugar de paso que origine las pendientes más suaves
posibles y cuando se opta por acortar el desarrollo en detrimento de la
pendiente, ésta no supera valores razonables para ser superada por vehículos
cargados ni longitudes excesivas que provoquen el agotamiento de los animales
de tiro.

En este sentido podemos afirmar que estamos ante verdaderas carreteras
de su época. De igual forma cabe desmentir la afirmación tan generalizada
de que las vías romanas aprovechan caminos anteriores o ya tradicionales.
Aunque utilizasen el mismo corredor, los caminos romanos eran de nueva
planta, diseño innovador y preparados para fines comerciales hasta entonces
desconocidos.
A modo de ejemplo del uso de técnicas avanzadas expondré varios casos:
He podido constatar varios casos de pendientes continuas muy prolongadas,
en alineaciones en planta cuyos extremos no se ven: Subida de la Val del
Trashumo de 3 km (1%) entre Barbariana y Calagurris o la
subida al castro de Deobrígula desde el río Ubierna de 1 km (3%).
Forzosamente tenemos que pensar en el empleo de técnicas de nivelación
para conseguir la uniformidad de la rasante.
Para evidenciar la bondad de los trazados romanos expondré alguno de
los tramos estudiados comparativamente con los corredores de las infraestructuras
modernas que sustituyen a la comunicación romana.
En el tramo Calahorra - Agoncillo la vía romana describe el trazado más
recto posible sin pendientes notables. Un trazado avalado por la moderna
recuperación del corredor por parte de la autopista A-68.
Difícilmente podría haberse trazado mejor la vía romana de otra forma:
con el trazado más corto posible, con pendientes entre el 0% y el 2% en
la mayor parte del recorrido y con pendiente máxima puntual del 3,8%.
Para corroborar esta afirmación merece la pena apuntar aquí la opinión
formulada en 1843 por el ingeniero encargado del proyecto de la actual
carretera entre Logroño y Calahorra [4]
. El trazado que Caballero Zamorategui eligió para la actual carretera
N-232, en lo que difiere del de la vía romana, vino forzado por el paso
de la carretera por los pueblos de Ausejo y el Villar, como él mismo reconoce
en su Memoria, a pesar de que este trazado era peor que el Camino de las
Ventas entonces en uso, o sea, la vía romana. Caballero Zamorategui indica
expresamente que: "El camino de las ventas o el de abajo dicen que
es el más corto de cuantos existen, el más fácil de convertir en una carretera
mucho más cómoda y de construcción más económica que por cualquier otra
dirección y que tiene mucha menos bajada y de mucha menor rapidez que
el camino por los Pueblos. Que aunque es cierto marcha en despoblado y
el pasajero no encuentra otro auxilio que nueve ventas; luego que la carretera
se establezca se construirán cómodos paradores y el interés también atraerá
cerca de ellos algunos pobladores; por último que en tiempo seco y aun
cuando se habilite el camino de arriba todos los carruajes y caballerías
pasarán por abajo pues consiguen la doble ventaja de evitar un gran rodeo
y eximirse de pagar portazgos. No hay duda que el camino de Las ventas
es el más corto de todos los que existen y aún también de cuantos puedan
proyectarse. Su construcción en carretera no sería tan costosa como por
el camino de arriba, y en la actualidad, y después de habilitado mucho
menor línea de pendientes y de menor inclinación que por los pueblos".
Sin embargo acaba concluyendo: "Más el inconveniente de estar
en despoblado, y no proteger ni ser protegido por ninguna población, obliga
separarse de él tanto más cuanto que la esterilidad de aquellos terrenos
no dan esperanza de que con el tiempo puedan ser poblados".
De esta forma el viejo y sabio trazado del Camino Real o de Las Ventas
fue sustituido por el forzosamente malo de la actual carretera N-232.
En el tramo Tritium (Monasterio de Rodilla)- Deobrigula (Tardajos)
el camino presenta tres grandes alineaciones en su planta. En un primer
tramo hasta las Mijaradas, discurre por la cuerda alta de la paramera
que forma la línea de vertientes apuntada. Presenta ligeros cambios de
alineación al norte y al sur para salvar las cabeceras del arroyo de la
Fuente que va a Fresno, primero, y la del arroyo del Valle que va a Riocerezo,
después, y así no perder la cuerda alta.
De esta forma llega a las Mijaradas con una asombrosa rasante casi uniforme
durante diez kilómetros y próxima a la horizontal, del -0,3%. Desde aquí
da un ligero quiebro al sur para, con una segunda alineación, dirigirse
durante otros diez kilómetros hasta la actual ciudad de Burgos con rasante
de nuevo próxima a la horizontal.
Es de destacar que en 23 kilómetros, hasta su llegada a Burgos desde
Tritium, cruza únicamente un curso fluvial, el arroyo Morquillas.
La actual carretera nacional N-I, que comunica también estos dos puntos,
discurre por el fondo del valle del río Vena, viéndose obligada a cruzar
no sólo este río, sino todos sus arroyos afluentes de la margen izquierda.
La planta y el perfil longitudinal de esta carretera tampoco resistirían
la más mínima comparación con los de la vía romana.
3.1.2.- Durabilidad.
Las vías se diseñaban y construían con afán de perdurabilidad y mínimo
mantenimiento. La economía, no sólo de construcción sino sobre todo de
conservación y explotación, primaba sobre todos los demás factores. En
consecuencia, esta premisa condicionaba fuertemente el diseño de la infraestructura.
Se buscaban las zonas menos sometidas a los fenómenos erosivos. En el
caso de los caminos, el adversario principal es el agua. Por ello se trazaba
con preferencia por cuerdas altas y bien drenadas que no requieren estructuras
ni obras de drenaje, por un lado caras y por otro perecederas por estar
sometidas siempre al azote de la dinámica fluvial.
Sólo se desciende al valle para cruzar el curso de los ríos, y de nuevo
se busca la cuerda alta. Para esto, sólo se utiliza el trazado a media
ladera cuando la subida por la línea de máxima pendiente excede de la
rasante adecuada, que en estas vías no llegaba a límites muy elevados,
hasta un máximo del 10%. Los trazados a media ladera interceptan y canalizan
las escorrentías superficiales, sometiéndose así a fuertes procesos erosivos.
Es común desviar ligeramente el trazado para superar los cursos fluviales
aguas abajo de la conjunción de dos o más ríos, con el fin de economizar
estructuras. Lo mismo ocurre cuando para cruzar un cauce principal se
buscan cuerdas saneadas que eviten entrar en el cauce de los afluentes.
En terrenos poco permeables y en zonas en las que el terreno no presentaba
pendientes superiores al 1%, los técnicos de la época, no dotaban de cunetas
a la infraestructura. Para estas zonas está demostrado que la escasa velocidad
del agua favorece los fenómenos sedimentarios enormemente. Las actuales
normas técnicas de construcción así lo recogen y los ingenieros romanos,
de forma empírica, lo sabían perfectamente.
A cambio disponían terraplenes de cierta elevación sobre el suelo, entre
dos y cinco pies romanos, de 0,6 a 1,5 m. aproximadamente, para salvar
al firme de los efectos perniciosos del agua. Aunque muy cara, ésta medida
asegura el coste nulo de conservación. Es uno de los problemas que, desde
siempre, más ha afectado a la estabilidad de la infraestructura de los
caminos: el cegado de las cunetas en terreno llano. En estas zonas la
velocidad del agua, lejos de autolimpiar el canal, favorece la rápida
sedimentación y la consiguiente colmatación. Si el firme se encuentra
a ras de suelo, la característica de permeabilidad del firme, fundamental
para la expulsión del agua, actúa en sentido contrario: Absorbe todo el
agua y se arruina la infraestructura. Los tramos de las vías romanas mejor
conservados hasta hoy se corresponden con este tipo de infraestructuras
en terraplén. Hay muchos ejemplos en casi todas las provincias y son tan
evidentes por su elevación y gran longitud que la erudición de tiempos
pasados siempre los ha asociado con caminos romanos. En la mayoría de
los casos el nombre local es el de Camino Romano, Vía Romana, Colada Romana,
Calzada de los Romanos, etc.

Este tipo de infraestructuras ha venido prestando servicio ininterrumpidamente
durante dos mil años, prácticamente sin ninguna labor de conservación,
lo que da idea de la durabilidad de su diseño. Parece que el romano construyera
para la eternidad.
Muchas de estas calzadas fueron utilizadas como caminos reales
durante la época moderna, hasta la construcción en el siglo XIX de las
carreteras actuales. Así queda constatado en las múltiples guías de caminos
de siglos pasados [5] y en
numerosos documentos utilizados para el estudio histórico de estos mismos
caminos. Pongo algunos ejemplos.
Tramo Graccurris-Calagurris:
Los planos parcelarios que sirvieron de base a las expropiaciones en
el proceso de ejecución del Ferrocarril de Tudela a Bilbao de1861, ahora
de Castejón a Bilbao, reflejan la antigua Carrera de Rincón de Soto a
Alfaro (la vía romana) en los tramos en los que coinciden ambas infraestructuras.
Construida unos años antes que el ferrocarril, la carretera actual N-232
había dejado fuera de servicio este Camino Real, que recogen los antiguos
repertorios de caminos.
Villuga y Escribano describen bien el camino. Por su interés como más
antigua y original, la obra de Villuga constituye un valioso documento
para la constatación de los caminos del siglo XVI. Escribano prácticamente
se limita a copiar a Villuga.
En su Repertorio, Juan Villuga describe en el camino de Bilbao a Zaragoza
este tramo, con la distancia en leguas entre los lugares:
Calahorra
a La Venta 2
a Alfaro 2
Y en la descripción del camino de Logroño a Tudela de Navarra
corrobora las distancias a la vez que expresa claramente que se trata
de la Venta de Rincón de Soto, cuya población pudo tener su origen en
este establecimiento ventero [6] :
Calahorra
a La Venta del Rincon de Soto 2
a Alfaro 2
La obra de Brusola de 1810 se expresa en idénticos términos en el Camino
de Ruedas de Zaragoza a Burgos:
Calahorra
La Venta 2
Alfaro. Río, P. 2
Añade además la presencia de un puente en Alfaro, algo que entonces no
era tan común como pudiera parecer, ni siquiera en los caminos considerados
de ruedas, de ahí que el autor se esfuerce en reseñar los que existen.
Tramo Calagurris-Barbariana:
En este tramo se encuentran unos de los más notables y prolongados terraplenes
(agger) de la Rioja.
Tras el cruce con la carretera LR-123 a Lodosa, coincide durante ocho
kilómetros seguidos con la mojonera de Ausejo y de límites provinciales
y municipales, llamándose en la cartografía Camino Real y atravesando
topónimos como Camino de los Romanos y Las Calzadas.
Esta coincidencia durante kilómetros con límites de términos municipales
es otra de las características típicas de las antiguas vías romanas, utilizadas
con mucha frecuencia como delimitación de jurisdicciones. Además, en los
planos catastrales de Ausejo y Lodosa, el camino se denomina en todo el
recorrido del límite común con el explícito nombre de Camino de los Romanos [7] .
El camino lo describe Villuga en 1546 como Camino de Bilbao a Zaragoza
y Brusola en 1810 como de Madrid para Calahorra y Logroño.
Tramo Virovesca - Tritium - Deobrigula:
Villuga nos describe el Camino de Burgos a Bilbao por la
Venta de Boronos (en alusión a Hurones, una más de las frecuentísimas
corrupciones toponímicas de la obra) y Monasterio de Rodilla hasta Briviesca.
Por su parte Fernando Colón, a mediados del siglo XVI, en su Descripción
o Cosmografía de España, describe el mismo recorrido en dirección
a Álava.
Tramo Lacóbriga - Viminacio - Camala:
San Nicolás del Real Camino era llamado en el siglo XVIII San Nicolás
del Camino Francés [8] , lo
que prueba que este famoso Camino Real sustituye en su denominación al
Camino Francés que, instalado a su vez sobre la calzada romana, ha sido
utilizado como ruta jacobea hasta la actualidad.
La continuidad del uso del camino completo entre Carrión y Sahagún hasta
épocas modernas queda igualmente evidenciada por su descripción en los
itinerarios de Villuga y Brusola. En este último se le denomina Camino
Francés de Ruedas.
3.1.3.- Técnica avanzada.
Las carreteras romanas servían en primera instancia, sin lugar a dudas
y en contra por lo opinado por más de un historiador [9] , al tránsito rodado. Además, los
romanos no eran cicateros, y en sus calzadas era posible el cruce de dos
carros en todo momento. El ancho de la plataforma en las vías estaba comprendido
entre 15 y 20 pies romanos o sea entre cuatro metros y medio y seis metros,
aunque ciertos procesos erosivos o sedimentarios pueden estrechar en algún
punto estos valores en las calzadas hoy conservadas.
Casi con toda seguridad se utilizaban instrumentos topográficos para
el trazado, pudiendo encontrar en los tramos estudiados pendientes continuas
de varios kilómetros de longitud y larguísimas alineaciones perfectamente
rectas.
Entre Lacobriga (Carrión de los Condes) y Viminacio
(Calzadilla de la Cueza) existe una gran alineación de 6,5 kilómetros
donde las pendientes longitudinales del camino no llegan al 1%, salvo
las pequeñas subida y bajada de un suave páramo existente junto a Calzadilla,
de apenas 20 metros de elevación, que tienen un 3,5%.
Para ello se emplearían niveletas y jalones como herramienta básica de
replanteo, aunque es posible que se contase con otro tipo de instrumentación
más complicada, como rudimentarios teodolitos, etc. Por ejemplo, Vitrubio
describe con todo lujo de detalle un primitivo odómetro, instalado sobre
un carro, para medir con precisión las millas
[10] .
Forzosamente debía disponerse de cartografía de cierta precisión en la
que no sólo se incluiría la planimetría y la toponimia sino también la
altimetría, imprescindible para el proyecto de trazado. Aunque no es fácil
averiguar la forma en que la altimetría estaría representada.
3.2.- Características del afirmado.
A pesar de que no he realizado sondeos específicos durante mis prospecciones
para determinar la pavimentación de las vías romanas estudiadas, el elevado
número de evidencias de afirmado encontradas, incluyendo muchas secciones
transversales y longitudinales completas del paquete de firme, permiten
hacer un análisis del modelo de afirmado empleado para cada tramo de vía.
En las distintas zonas atravesadas por las vías, la presencia de determinados
materiales candidatos a constituir el firme fue, como no podía ser de
otra forma, determinante para su elección. Sistemáticamente se ha encontrado,
como material constituyente del paquete de firmes, el más cercano y abundante
en cada zona de entre los más idóneos para tal fin.
3.2.1.- Las excelencias del firme flexible.
El material básico empleado en la mayoría de los tramos estudiados es
la zahorra natural, formada por canto rodado (guijarro) de granulometría
variada. Puede decirse que se emplea sistemáticamente en las zonas donde
está disponible, con preferencia a otros materiales.
En la definición moderna de zahorra, este material debe de cumplir unas
condiciones en su composición granulométrica determinadas. El material
empleado en estas vías no siempre se ajusta a los cánones hoy establecidos,
como es natural, sin embargo, no por ello deja de tener la suficiente
calidad e idoneidad para el afirmado. Hay que tener en cuenta que hoy
se selecciona el material para someterle a unos medios de compactación
que entonces no existían y que las posibilidades de selección de la cantera
y el transporte, tampoco guardan relación con los de la época.

El primero en definir la teoría del calzamiento de las vías romanas fue
Bergier [11] , en el siglo
XIX. Basándose en los escritos de Vitrubio, describió tres tipos de caminos
romanos: Enlosados (stratus lapidibus), afirmados (iniecta glarea),
y simplemente explanados y sin firme (terrenae).
Igualmente describía las sucesivas capas de firme: El statumen o
cimiento de piedra gruesa, el rudus de piedra machacada y el nucleus
de tierra. En ocasiones se disponía de la summa crusta de grava
cementada con cal, o incluso con enlosado. Posteriores autores asumen
sistemáticamente estas definiciones.
Eduardo Saavedra las describe con detalle
[12] , intentando relacionar la calzada que estudia con algunos
de estos tipos. En otras obras, incluso se disecciona con detalle la infraestructura
de la Vía Apia en Roma [13] , vía singular cuyo diseño difícilmente
podríamos extrapolar al grueso de las calzadas romanas. Otros autores,
por último, simplemente transcriben estos conceptos
[14] .
Sin embargo, tras analizar una buena cantidad de secciones del firme,
se deduce que la disposición de las capas de firme que tradicionalmente
se atribuyen a Vitrubio [15]
no puede asignarse a las vías interurbanas, ya que ni aparecen en
ellas, ni todas son eficaces para el tráfico de carros y caballerías.

Incluso en los casos de largos tramos de vías afirmadas con piedra caliza
en capas de tamaño variable, como ocurre con las que parten de Clunia,
donde la ausencia de zahorra se une a la abundancia de roca caliza en
la zona, la disposición es precisamente la contraria a la apuntada en
las teorías de Bergier. Los tamaños mayores, a veces con tamaño máximo
de 50 cm, están en las capas inferiores de cimentación del firme, mientras
que en las superiores de rodadura encontramos tamaños muy reducidos, semejantes
a los finos de la zahorra, que incluso llegan a ocultar la verdadera composición
pétrea del firme donde éste no está seccionado o deteriorado.

De igual forma se ha empleado, cuando existe en la zona, piedra en losas
o lajas que permiten el empedrado concertado, pero no como capa de rodadura
(summa custra) sino en capas inferiores del firme, normalmente
como elemento resistente a modo de cimiento bajo la rodadura. Se usa de
igual forma el bolo de gran tamaño cuando está presente en el terreno.
Sobre esta capa siempre se colocaban capas de materiales sueltos de grano
fino, aunque no siempre se encuentran estas últimas capas en los sondeos
ya que desaparecen con más facilidad por efecto de la erosión.

Existen buenos ejemplos de enlosados fotografiados en la gran variedad
de publicaciones aparecidas sobre vías romanas; sin embargo, en muchos
de ellos no vemos la capa de rodadura inicial ya desaparecida, en ocasiones
al realizar el propio sondeo que descubre el enlosado. Las marcas de carriles
presentes en muchos de estos enlosados podrían indicar únicamente la temprana
desaparición de la capa de rodadura o el uso continuado del camino deteriorado.
Sin embargo, la pavimentación con losas o bloques de piedra más o menos
concertados fue muy habitual durante la Edad Media para el tránsito de
caballerías y ganados, y por tanto muchas de esas supuestas calzadas romanas
requieren una revisión cronológica.
Únicamente en el caso de las vías urbanas debe de considerarse la disposición
de los firmes con enlosado final: El pavimento en estas vías se traduce
en limpieza y sirve para el tráfico lento de vehículos, caballos y peatones.
En las vías interurbanas, con tráfico rápido y normalmente no peatonal,
su efecto hubiera sido el contrario. Sería martirizante e incluso peligroso
para el tráfico rápido de vehículos y animales. Su conservación sería
costosísima, ya que las losas no soportan asientos diferenciales de las
capas inferiores y acaban moviéndose. Su duración en definitiva es menor
que los tipos de firme que verdaderamente se han encontrado en las calzadas.
Es interesante recoger aquí las elocuentes apreciaciones que hacen en
1840 los capitanes de Estado Mayor Rafael Assin y Fernando Monet en su
Itinerario Militar de Logroño a Astorga (Servicio Geográfico del Ejército),
cuando reconocen el camino entre Carrión y Calzadilla (Lacobriga
y Viminacio)
Por un lado muestran la admiración por el estado de conservación de la
calzada, y por otro describen como pueden y saben la composición del terraplén
formado por zahorra natural, material éste tan infrecuente en la construcción
de las carreteras de la época, aunque común en nuestros días y ya preferido
por los romanos para el afirmado de las calzadas.
"Está a la derecha el expriorato de San Torcuato en el barrio de Carrión
llamado de Benivivere. Desde aquí el camino empieza a seguir una vía romana
cuyo excelente estado causa admiración. En ella, las menudas piedras que
la forman se han unido tan fuertemente con la argamasa que las ligaba,
convirtiendo la adherencia en cohesión, que constituye una sola roca compacta.
Su dirección es muy recta, como lo eran siempre estas calzadas, su anchura
de unos 20 pies y aunque esta dimensión supone el paso cómodo de dos carruajes
de frente, sólo uno puede verificarlo con aquella circunstancia y con
seguridad, a causa de la mucha elevación del centro y curvatura de la
superficie [16]
. El terreno que atraviesa es una vastísima llanura erial y perfectamente
unida que se prolonga en todas direcciones ofreciendo un excelente campo
de acción a la caballería; su piso es preferible en verano al de la calzada
romana, porque el suelo pedregoso de ésta hace molesto el tránsito, pero
en invierno cuando las lluvias continuadas reblandecen aquél, especialmente
si sobreviene alguna helada, es indispensable transitar por el camino."
3.2.2.-Economía e ingenio.
Ya hemos mencionado que para la construcción del firme se han utilizado
los materiales que, siendo adecuados, se encontraban mas fácilmente disponibles
para el constructor. Sin embargo se han constatado transportes a distancias
notables en los casos en los que la escasez del material pétreo obliga
a ello.
Un ejemplo de este caso, verdaderamente espectacular, lo he encontrado
en tierras palentinas, en el corazón de Tierra de Campos. En el tramo
entre Viminacio y Camala, a partir del río Cueza en Ledigos,
la piedra de todo tipo empieza a escasear en el terreno, estando totalmente
ausente en los términos de Terradillos y de San Nicolás del Real Camino.
Entre los ríos de la Cueza y Valderaduey se intercala una gran formación
terciaria preponderantemente arcillosa con ausencia total de piedra. Este
tipo de terreno abarca las cuencas de los ríos Cueza de Ledigos, Templarios,
Sequillo y Valderaduey [17]
.
Dentro de la homogeneidad de las características del firme en esta provincia,
en la zona más occidental, los escasos restos hallados, ya en Terradillos
de los Templarios donde se conserva una pequeña muestra en una linde sin
cultivar, parecen indicar que aquí el espesor del firme sería ligeramente
inferior al de los tramos orientales anteriores. Tengamos en cuenta que
aquí las canteras son escasas y muy distantes de la zona. Es fácil que
las distancias de transporte hayan llegado a superar los diez kilómetros
y puede que se trate de uno de los tramos con más dificultades para su
pavimentación de toda Hispania.
Existen otros casos de escasez donde se han empleado técnicas de verdadera
ingeniería (por lo del empleo del ingenio) para aprovechar el escaso o
único material presente en la zona. Un ejemplo de esto lo he encontrado
en el tramo de Balsione a Cascantum.
Entre Mallén y Cascante la situación de disponibilidad de materiales
cambia radicalmente respecto a los tramos anteriores. Desaparece la zahorra
natural y escasea la piedra de cualquier naturaleza, abundan los limos
y arcillas y en determinadas zonas se intercalan estratos calcáreos de
muy escasa potencia y yesos. La solución a la que se ha recurrido para
el afirmado de la vía romana es sin duda la más sorprendente de las que
he podido encontrar. En esta zona se ha podido estudiar el afirmado de
la vía romana con mucha precisión debido al grado de destrucción y múltiple
seccionamiento que presenta el camino en varios tramos.
El terreno natural entre el río Huecha y el término de Ablitas es una
mezcla de material limo-arcilloso que presenta en amplias zonas y en variada
concentración pequeñas lajas calcáreas de 70 milímetros de tamaño máximo
[18] . El paquete del firme de la vía romana dispone de un
espesor constante de 90 centímetros de una especie de "zahorra artificial"
cuya piedra está formada casi exclusivamente por estas pequeñas lajas
calcáreas. Para la extracción y puesta en obra de este material parece
forzoso el empleo de técnicas de cribado. No existen en la comarca zonas
con la suficiente concentración de material como para haber sido explotado
en cantera. Lo impactante de este hecho es que estamos hablando de un
volumen de 5.400 m3/km de paquete de firme lo que obligaría
a la remoción de cantidades ingentes de material para la época. Evidentemente,
para esto, se explotarían las mejores zonas y las más próximas
a la calzada.

3.2.3.- Calidad.
En las vías romanas se elimina toda la tierra vegetal con esmero en la
superficie de asiento de la infraestructura. Esto queda bien demostrado
en las secciones completas del firme que se han encontrado.
En general se utiliza una amplia variedad tanto de materiales como de
su disposición. Difícilmente podría pensarse en la existencia de un catálogo
de firmes o de secciones-tipo en la época, dada la dispersión y variedad
encontrada. Se observa sin embargo cierta regularidad en los grandes espesores
de firme compuestos de material granular, con valores en torno a los tres
pies romanos (90 centímetros) [19]
.
En este tipo de secciones se constata muchas veces una capa inicial compuesta
de canto grueso, con grandes bolos en los flancos, a modo de caja y asiento
de las capas superiores.
La disposición del material en capas es una de las observaciones más
interesantes que se han podido realizar, tanto por el enorme tiempo transcurrido
como por la evidencia que supone de esmero y sistematización en la construcción
de firmes romanos con este tipo de materiales granulares. Cada capa tiene
un espesor en torno a los 15 centímetros, y se hacen muy evidentes en
las secciones laterales encontradas del paquete de firme. Teniendo en
cuenta que la energía de compactación que en la época podía aplicarse
era prácticamente nula y se reduciría al uso del agua sumado a un simple
planchado con un rodillo más o menos pesado, su conservación indica el
cuidado que se ponía en la construcción del firme para evitar asentamientos
e irregularidades.
El empleo de cal en la estabilización de suelos, terraplenes y capas
de firme es también frecuente y así se ha podido constatar incluso mediante
los pertinentes análisis de laboratorio. En el caso de suelos, el empleo
de cal se ha demostrado eficaz hasta hoy en día. Las normas técnicas oficiales
de los últimos decenios así lo recogen.
El uso de la cal en época romana para la estabilización de materiales
sueltos en los terraplenes y capas de firme se debería sobre todo a la
imposibilidad de dotar al material de la densidad adecuada con aporte
exterior de energía de compactación. A este respecto hay que tener en
cuenta que hasta bien recientemente, mediado el siglo XX, las carreteras
no se compactaban por medios mecánicos, entonces inexistentes. Era el
factor tiempo y el agua quienes se encargaban de hacerlo. Aún se recuerdan
los carteles que indicaban que el camino se encontraba en fase de compactación,
a modo de advertencia por las irregularidades que en la plataforma pudieran
producirse durante ese periodo.

Las vías romanas estaban dotadas sistemáticamente de firme y además adecuado
tanto para el tráfico rodado como de caballerías. Incluso cuando se asentaban
directamente sobre el sustrato rocoso debían de disponer de una capa mínima
de rodadura compuesta por material pétreo de grano fino.
4.- Los caminos empedrados.
La cantidad y variedad de caminos empedrados que podemos encontrar por
toda la península ha ocasionado que casi ningún camino de estas características
haya escapado a la consideración de romano. Muchos, santificados como
romanos por la arqueología, engordan las numerosas obras sobre caminería
romana e incluso se encuentran así señalizados con los debidos carteles
institucionales como atracción turística.
La mayoría de estos caminos, a pesar de su espectacularidad, no pueden
imputarse a la capacidad técnica que los ingenieros romanos poseían. Sus
características de trazado suelen ser infames, denotando claramente la
ausencia de técnico competente en su trazado. El afirmado tampoco suele
responder a ningún tipo de técnica avanzada.
La sóla presencia de estos tramos empedrados ha dado pie a muchos investigadores
a buscar la utilidad de la supuesta comunicación romana, encontrando así
vías de comunicación entre ciudades o territorios tan improbables como
absurdas. En simbiosis, algunos de los puentes que sirven a estos caminos
han pasado a ser romanos gracias a los otros y viceversa, ambos por ser
de piedra y muy antiguos, y sobre todo por la falta de pruebas que demuestren
lo contrario.
Aunque ya se ha dicho que el Itinerario de Antonino no recoge todas las
vías romanas, sospechosamente todos estos caminos escapan a la relación
de los recogidos en él, y los miliarios brillan por su ausencia.
Expondré sólo algunos ejemplos significativos de estos casos:
La Vía del Besaya (Cantabria):
Conocida desde muy antiguo y estudiada y publicada por Iglesias y Muñiz
en 1992 [20] , forma parte
de un supuesto recorrido Pisoraca - Iuliobriga - Portus Blendium.
El tramo del que hablaré es el comprendido entre Iulobriga (Reinosa)
y la costa cántabra.
Varias campañas de excavación, anteriores y posteriores a la publicación
mencionada, han limpiado el espectacular enlosado del viejo puerto entre
Bárcena de Piedeconcha y Somaconcha y otros trozos de menor entidad en
el Collado de Somahoz.
Esta vía no figura en el Itinerario y su única fuente documental de apoyo
la constituiría parcialmente una de las cuatro tablillas de arcilla con
reseñas itinerarias firmadas por el duumviro Lepido. Si
atendemos a lo concluido por Roldán, en lo que constituye el mejor estudio
de las fuentes itinerarias hispanas, estas tablillas son falsas
[21] .
El tramo más largo y mejor conservado del camino, la subida del puertecillo
entre Piedeconcha (348 m.s.n.m.) y Somaconcha (710 m.s.n.m.), de casi
cuatro kilómetros, está formado por un empedrado de grandes losas concertadas
con un ancho de plataforma que apenas supera los tres metros.
Con un trazado a media ladra, el perfil longitudinal es francamente malo:
Presenta tramos de pendientes muy elevadas, superiores al 30%, próximos
a otros casi horizontales y más de un cambio de rasante. A pesar
de todo se observan en el empedrado, en las zonas de mayor dificultad
y pendiente, huellas de los carros del país de tipo lanza.
La ladera en cuestión permite perfectamente un trazado con suficiente
desarrollo en planta y en pendiente continua que hubiera permitido el
tráfico rodado sin dificultad.
Sin embargo, el empleo del excelente corredor utilizado por el Camino
Real y la actual carretera N-611 hubiera sido lo lógico de antemano. La
subida desde Pesquera al Collado de Somaconcha para volver a descender
a Piedeconcha es absurda para el técnico entendido en el trazado de caminos.
Exactamente lo mismo ocurre en el tramo del collado de Somahoz, con el
agravante de que en la bajada a Los Corrales el ancho del camino empedrado
no llega a los dos metros y los cambios bruscos de rasante con fuertes
pendientes se suceden innecesariamente, en una ladera sin dificultades
para el trazado. Aquí nunca ha sido posible el tráfico rodado.

El firme de estos caminos se limita a un simple enlosado más o menos
concertado sobre el terreno desbrozado. Carece de otras capas inferiores
de cimentación o drenaje.
El drenaje transversal se efectúa mediante rudimentarios canalillos intercalados
en el empedrado, lo que dificulta aún más si cabe el tráfico rodado. En
estas pendientes enlosadas y en tiempo lluvioso, tan frecuente aquí, el
tránsito es difícil incluso a pie.
Como complemento a este caso, cabe apuntar la frecuentísima utilización
del encachado en los caminos de Cantabria. Tan es así que no existe camino
antiguo de importancia que no esté dotado de buenos empedrados.
De esta forma, y con menos fundamento que en la vía que nos ocupa, han
sido considerados romanos el camino viejo de la Lunada y de los Tornos
[22] , el antiguo de la Sierra del Escudo
[23] y otros varios [24]
.
La Vía del Iregua (La Rioja):
El camino que asciende por el valle del Iregua parece haber sido históricamente
en la Rioja el más importante de los transversales al valle del Ebro.
La razón fundamental es la propia existencia de Logroño, en la confluencia
de los dos ríos, como núcleo capitalizador de las comunicaciones en la
comarca.
La existencia de una vía de comunicación romana entre Vareia (Varea-
Logroño) y Numantia a través de este valle ha sido, como en otros
valles riojanos, una posibilidad barajada por varios autores durante el
siglo XX.
La conocida importancia del Valle del Iregua en restos epigráficos romanos
[25] ha suscitado la existencia de la calzada. Algunos autores
plantearon el camino como mera hipótesis, aportando escasas pruebas de
su existencia [26] , mientras que en otros casos
se ha dado por sentada su asignación al mundo romano, tras el análisis
de algunos vestigios encontrados [27]
.
En el trabajo realizado por mí para la Consejería de Cultura del Gobierno
de La Rioja [28] se describe
y analiza el camino en todo su recorrido: Cuenta con largos tramos empedrados
aunque con características diferentes según las zonas. Presenta pendientes
imposibles para el tráfico rodado en varios puntos, por citar algunos:
la llegada al pueblo de Viguera desde el puente Caneco, la subida del
Puerto de Piqueras en el lado riojano y la mucho peor bajada del lado
soriano. Tampoco existen en todo el camino vestigios de trazado topográfico,
mientras que todos los puentes en él conservados son del siglo XVI [29] .
Me limitaré a transcribir aquí algunas de las conclusiones
[30] que vienen al caso sobre este camino:
El momento álgido de su construcción o reparación mediante la dotación
de pavimento y estructuras de paso en los cauces principales debe de ser
del siglo XVI a la luz del origen y datación de todas las estructuras
conservadas y del trazado, condicionado por el gran rodeo que se da por
poblaciones como Villoslada, cuya iniciativa constructora en ese momento
fue muy importante, al abrigo de una economía ganadero-forestal favorable.
Ni las características del trazado, ni el tipo de afirmado ni la arqueología
apoyan la romanidad del camino, por lo que debe descartarse que esta ruta
fuera construida como vía comercial o militar por los romanos:
- En el caso del trazado, porque en gran parte circula por fondo de valle,
dominado por el entorno. Porque no responde a un corredor largo y bien
planificado, sin relación necesaria con las poblaciones actuales. Porque
no se planificó para el tráfico rodado, cosa nada difícil para el romano,
y en mi parecer completamente necesaria. Y en definitiva, porque no interviene
la ingeniería en su diseño y esto no es posible en el mundo romano.
- En el caso del afirmado, porque está formado por una capa simple de
bloques de piedra, más o menos concertados, con escasa capacidad portante
al estar encajados directamente sobre el terreno natural. Una vez movidos
y desencajados de su sitio complican mucho el tránsito. Este tipo de pavimento
no fue usado por los romanos.
- En el caso de la arqueología, porque no existe constatada ninguna ciudad
romana importante en todo el corredor. De haber existido una vía romana
por aquí, ésta hubiera sido coetánea o posterior a la De Italia
In Hispanias, de la que arranca y que es de origen imperial en este
tramo riojano [31] . De
las dos ciudades extremas comunicadas en el corredor -y no hay ninguna
otra intermedia- solo Vareia tuvo relativa importancia en la época.
Numantia apenas superó en el Imperio la categoría de simple guarnición
y pequeña mansio de la vía romana de Astorga a Zaragoza por la
Celtiberia. Noventa kilómetros de mal camino por una orografía casi imposible
hubieran supuesto demasiado esfuerzo para tan poco provecho.
La Rioja, Burgos, Álava y Navarra cuentan con muchos caminos como éste,
reseñados como romanos, bien en obras de serios historiadores, bien en
las propias guías de turismo. Otro tanto ocurre en el Sistema Central:
El Puerto de la Fuenfría en el corredor Segovia-Madrid ha contado desde
antiguo con una buena "calzada romana" por el lado madrileño, avalada
por un miliario encontrado por Blázquez a primeros de siglo
[32] y defendida por Menéndez Pidal como paradigma del trazado
de las calzadas romanas [33]
. No es posible que con el 25% de pendiente de coronación del puerto
que tiene este camino hubiera podido servir a los fines comerciales que
toda carretera de este tipo debe perseguir.
Afortunadamente, en octubre de 2000 Javier Rivas y Jesús Rodríguez, llevados
por la cordura y criterios de trazado adecuados, establecen el verdadero
recorrido de la Vía 24 del Itinerario por otro camino bien distinto que
asciende con pendiente continua del 11% [34] .
Otros caminos más modernos y bien documentados son objeto de errores
informativos más pintorescos, como el Camino Viejo de Logroño a Fuenmayor
de finales del siglo XVIII. Construido por la Real Sociedad Riojana de
Amigos del País entre 1792 y 1803 [35] , este camino aún conserva magníficos vestigios
de pavimentación y obras de drenaje trasversal, así como los desmontes
y terraplenes necesarios para su construcción: pues bien, en la propia
cartografía moderna 1/25.000 figura expresamente como Calzada Romana
[36] .
El error es en cierto modo comprensible si pensamos que el aspecto general
del camino es romano, mucho más romano que los caminos empedrados que
se construyeron hasta entonces. Gracias al periodo de la Ilustración,
en este camino se emplean técnicas de Ingeniería propiamente dichas, no
usadas desde la caída del Imperio: Se evidencia el trazado topográfico
en todo su recorrido, con alineaciones rectas, curvas bien trazadas y
pendientes continuas en las ascensiones a media ladera, prolongando lo
necesario el trazado en planta. Presenta movimientos de tierra de entidad,
con desmontes y terraplenes para suavizar las pendientes, etc.
El paquete de firme tiene capas inferiores de piedra muy gruesa con losas
laterales que definen los márgenes. Sobre todo ello, una capa de material
fino que sirve de rodadura. En este aspecto es idéntico a los llamados
Caminos del Diablo de los Monegros oscenses, vías romanas de época republicana
y de excelente factura.
Sin embargo, y a pesar del gran esfuerzo invertido en él, este camino
fue desechado para su conversión en carretera solo sesenta años más tarde,
a causa de la gran pendiente de la rampa de bajada a Fuenmayor
[37] , lo que hace pensar que no fue concebido con la suficiente
amplitud de miras, tal y como exigía el tráfico rodado y la comercialización
de los productos a los que se pretendía dar salida
[38] . El nivel técnico de los romanos aún estaba por alcanzar
[39].
Idéntica suerte a la de este camino corrió el que constituía su prolongación
hacia el mar, construido a continuación, en territorio burgalés, entre
Encío y Frías, por los montes Obarenes. Abandonado tempranamente y de
características similares al anterior, también ha sido confundido como
calzada romana.
En definitiva, y en mi opinión, la cronología de los viejos caminos y
puentes de piedra debe ser revisada. A la par, debe buscarse lo que quede
de los muchos miles de kilómetros de vías que los romanos construyeron,
antes de que todas acaben bajo el asfalto o, lo que es peor, desmanteladas
por las labores de concentración parcelaria.
La capacidad técnica de los ingenieros romanos, a pesar de que sus obras
han causado admiración en todas las épocas, ha sido infravalorada por
demasiados investigadores hasta límites absurdos.
La ciencia arqueológica carece del criterio técnico-constructivo necesario
para la correcta identificación de las obras de ingeniería, y por lo tanto
de las carreteras romanas, pero tampoco la ingeniería actual demuestra
la sensibilidad suficiente para preocuparse y valorar las obras de ingeniería
que nos legaron los romanos. Ojalá sirva lo mucho que queda por hacer
como aliciente para todos.
[1]
Moreno Gallo, I. Descripción de la Vía de Italia a Hispania
en Burgos y Palencia (noviembre de 1998). Junta de Castilla y
León, Consejería de Educación y Cultura.
- 1ª edición de 1999, en formato interactivo en CD-ROM con la colaboración
de la Junta de Castilla y León.
- 2ª edición de 2001, libro editado por la Diputación Provincial de Burgos
y la Diputación Provincial de Palencia.
Moreno Gallo, I. La Red Viaria Antigua en La Rioja (noviembre
de 1999). Gobierno de La Rioja. Consejería de Cultura, Juventud y
Deportes.
- Anexos de El Miliario Extravagante, 2. (Dic. 2001).
En lo que se refiere a otros datos que se utilizan en este trabajo, deben
de considerarse inéditos los consignados en las provincias de Zaragoza,
Navarra, León, Cantabria y otras varias del norte peninsular (1996 - 2000).
[2] Ver ROLDÁN HERVÁS, J.
M. 1975, p. 19 y ss. Itineraria Hispana.
[3] Discursos leídos ante
la Real Academia de la Historia en la recepción pública de Don Eduardo
Saavedra el día 28 de diciembre de 1862, Madrid 1914.
[4] Proyecto de carretera
de Logroño a Calahorra. Manuel Caballero Zamorategui. 30 de marzo
de 1843. OP-C/224/01. Archivo Histórico Provincial de La Rioja (AHPLR).
[5] Los más importantes con
los que se ha trabajado son:
VILLUGA, PERO JUAN. Medina del Campo 1546. Repertorio de todos
los caminos de España.
Escrivano, Joseph Mathias. Madrid 1757. Itinerario español o guía
de caminos para ir desde Madrid a todas las ciudades de España (caminos
de ruedas).
BRUSOLA, FRANCISCO DE. Valencia 1810. Noticia de todas las ciudades,
villas y lugares de este Reyno de España, con las leguas que median entre
sí, tanto por los caminos de ruedas como por los de herradura; para la
más fácil inteligencia de todo caminante y saber, según los puestos que
ocupan nuestros exércitos y el de los franceses, la distancia de unos
a otros.
Lopez, santiago. Madrid 1812. Nueva guía de caminos.
CABANES. 1830. Guía Oficial de Correos.
[6] Ariño y Magallón afirman
que Rincón de Soto es localidad de origen medieval asentada utilizando
la vía como eje mayor, aunque sin aportar más pruebas. ARIÑO GIL, E. y
MAGALLÓN BOTALLA, M.A. 1992. p. 442. Problemas de trazado de
las vías romanas en la provincia de La Rioja. Zephirus XLIV - XLV.
Universidad de Salamanca.
[7] I.G.N., Trabajos Catastrales.
Provincia de Logroño. Término Municipal de Ausejo.
[8] Así lo nombra LÓPEZ,
T. Mapa geográfico del partido de Carrión de 1785.
[9] MENÉNDEZ PIDAL, G. 1951,
p. 25. Los Caminos en la Historia de España. Desde que este
ilustre historiador afirmase que las calzadas romanas no eran de utilidad
para los carros una larga lista de autores han comulgado con él a falta
de mejor criterio.
[10] VITRUBIO POLION, M.L.,
De Architectura. Libro X. Cap. IX
[11] V. BERGIER. Histoire
des grands chemins de l´empire romain T.1, lib. II, cap. 8
[12] SAAVEDRA, E, 1861,
p. 5. Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga.
[13] MORAN BARDON, C. y
OLIVER ROMAN, B., 1949, p. 41, Apéndice. Construcción y utilización de
las vías romanas. La calzada romana de La Plata en la provincia
de Salamanca. Ministerio de Obras Públicas.
[14] Desde SAAVEDRA, E,
1861, p. 5. Descripción de la vía romana entre Uxama y Augustobriga,
hasta la obra de IGLESIAS GIL, J. M. y MUÑÍZ CASTRO, J. A. 1992, p. 73.
Las comunicaciones en la Cantabria romana; un gran número
de publicaciones sobre las vías romanas recogen y asumen sucesivamente
estas definiciones sobre la tipología romana de las capas del firme.
[15] En ninguno de los
diez libros de la obra de Marco Lucio Vitrubio Polion: De Architectura,
se menciona nada referente a firmes de caminos.
[16] Probablemente más
por causa de la erosión que del diseño.
[17] Además de las observaciones
directas, se ha consultado: Estudio Previo de terrenos. Itinerario
León - Burgos. Tramo: León - Carrión de los Condes. Dirección
General de Carreteras, Área de tecnología, Servicio de Geotecnia. MOPU.
1988.
[18] Además de la observación
directa del terreno se ha consultado el Mapa Geológico de España,
Hojas 320 y 321. Instituto Geológico y Minero de España. Ministerio
de Industria
[19] La medida de tres
pies romanos ha sido observada en la casi totalidad de firmes granulares
en las zonas en las que no hay dificultad para encontrar el material,
en provincias tan distantes como la de Palencia, La Rioja y la de Zaragoza.
[20] IGLESIAS GIL, J. M.
y MUÑÍZ CASTRO, J. A. 1992, p. 97 y ss.. Las comunicaciones en la
Cantabria romana...ob.cit.
[21] ROLDÁN HERVÁS, J.
M. 1975, p. 170. Itineraria Hispana... ob. cit.
[22] ABÁSOLO ÁLVAREZ, J.
A. 1975, p. 237 y p. 246. Comunicaciones de la época romana en la
provincia de Burgos.
[23] GONZÁLEZ DE RIANCHO
MAZO, J. 1988. La Vía Romana del Escudo.
[24] Sobre este asunto
puede verse una breve colaboración mía en El Miliario Extravagante
Nº 75, pag. 18.
[25] FITA, F. 1907, pp.
196-313 De Varea a Numancia. Viaje epigráfico. Boletín de la Real
Academia de la Historia.
ESPINOSA RUIZ, U. 1989, pp.403-415. Una oficina lapidaria en la comarca
de Camero Nuevo (La Rioja). Estudios en homenaje a S. Montero.
[26] TARACENA AGUIRRE,
B. 1944, p.41. Restos romanos en La Rioja. Archivo Español de
Arqueología nº 15. Aquí no aporta más pruebas que la noticia de un
empedrado junto a la Venta de Piqueras.
ARIÑO GIL, E. y MAGALLÓN BOTALLA, M.A. 1992, p. 448. Problemas
de trazado ...ob. cit. Mencionan sólo la posibilidad de
su existencia.
[27] PASCUAL MAYORAL, P.
1996. La vía del Iregua (Varea-Numancia). El Miliario Extravagante
Nº 57.
[28] Moreno Gallo, I. La
Red Viaria Antigua en La Rioja..ob. cit.
[29] ARRÚE UGARTE, B.,
MOYA VALGAÑÓN, J.G. y otros. 1999. Catálogo de puentes anteriores
a 1800 en La Rioja.
[30] Moreno Gallo, I. La
Red Viaria Antigua en La Rioja ...ob.cit.
[31] ESPINOSA RUIZ, U.
1995, p. 139 Y ss. En su colaboración en: Historia de la ciudad
de Logroño. Tomo I
[32] BLÁZQUEZ, A.: Vía
Romana del Puerto De la Fonfría. Boletín de la Real Academia de
la Historia (B.R.A.H.), 58, 1911, pp. 143-147.
[33] MENÉNDEZ PIDAL, G.
1951, p. 25. Los Caminos en la Historia... ob. cit.
[34] Interesante estudio
recogido en El Miliario Extravagante Nº 75, pág. 24
[35] MERINO URRUTIA, J.J.B.
pp. 7-14. La Real Sociedad Riojana de Amigos del País. Berceo,
82.
[36] I.G.N., mapa 1/25.000,
edición de 1996, hoja nº 204-I.
[37] Anteproyecto
de Carretera de Logroño a Fuenmayor. 31 de octubre de 1859. Rafael
Pérez de Laborda. OP-C/219/05. AHPLR.
[38] El proyecto de esta
carretera responde a un largo proceso político-administrativo iniciado
por la Junta de Cosecheros de Logroño en 1775, continuado por la Real
Sociedad Económica de Cosecheros de la Rioja Castellana que toman el relevo
hacia 1783, y concluido por La Real Sociedad Riojana de Amigos
del País.
LARRUGA, E. 1793. Memorias políticas y Económicas sobre los frutos,
comercio, fábricas y minas de España... t. XXVII.
SÁENZ CENZANO, S. 1947, pp. 268-269. Un antecedente en la construcción
de la carretera de Logroño a Vitoria. Berceo 3.
OLLERO DE LA TORRE, A. 1982, PP. 27-37. Un proyecto de los agricultores
para la reactivación de su comercio. Cuadernos de Investigación,
Historia. I Coloquio sobre Historia de La Rioja.
[39] A pesar de que todos
estos datos deberían de ser eran sobradamente conocidos por la
Consejería de Cultura de La Rioja, a poco que se hubieran leído
ya que así se reflejaban en el estudio por mi entregado en 1999,
en octubre de 2001 sus servicios arqueológicos sondearon el camino
Viejo de Fuenmayor en octubre de 2001 en busca de la calzada romana bajo
el camino actual, con el consiguiente resultado negativo. Ver el Diario
La Rioja de los días 27/09/01 y 6/11/01.
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