LA PRESA ROMANA DE ALMONACID DE LA CUBA
Y OTROS APROVECHAMIENTOS DE LA ÉPOCA ROMANA EN LA CUENCA DEL RÍO AGUASVIVAS

ISBN: 84-87111-82-3
Obra publicada en 1996: " La Presa de Almonacid de la Cuba"
Autores: J. Iñigo Hereza, Miguel Arenillas, Carmen Díaz-Guerra, Rafael
Cortés,
Miguel Beltrán, José Mª Viladés, Angel Sesma, Juan Utrilla y Carlos
Laliena.
TRAIANVS ©
2002
ESTUDIO TÉCNICO DE LOS APROVECHAMIENTOS
RESUMEN
Este artículo está tomado del titulado "LA PRESA ROMANA DE ALMONACID
DE LA CUBA Y OTROS APROVECHAMIENTOS ANTIGUOS EN EL RÍO AGUASVIVAS", publicado
por los mismos autores en el nº 3.345 de la Revista de Obras Públicas,
de julio-agosto de 1995. El artículo original analizaba ocho presas situadas
en la cuenca media del río Aguasvivas, construidas desde los romanos hasta
el siglo XVIII, mientras que en el que ahora nos ocupa sólo se consideran
los aprovechamientos de época romana.
Dado el tiempo transcurrido, ha sido preciso incluir, en el presente
artículo algunos datos nuevos, como son los resultados de la datación
absoluta de la presa de Almonacid de la Cuba y la incorporación de la
presa de la Ermita de la Virgen del Pilar.
INTRODUCCION
El río Aguasvivas es un afluente menor del Ebro por margen derecha. Nace
en la sierra de Cucalón rama aragonesa de la Cordillera Ibérica y provincia
de Teruel y se une al Ebro en La Zaida, provincia de Zaragoza, tras casi
cien kilómetros de recorrido.
En su tramo medio hasta Belchite el río Aguasvivas corta una serie de
afloramientos de calizas jurásicas estribaciones septentrionales de la
cordillera, que asoman entre los depósitos terciarios de la depresión
del Ebro. A favor de las buenas condiciones topográficas y resistentes
que determinan estos afloramientos y en ocasiones también en los materiales
terciarios construyeron los romanos varias presas, algunas de ellas de
gran interés.

Entre todas destaca la de Almonacid de la Cuba, conocida de antiguo
por su importancia y buen grado de conservación.

El estudio de estas presas se ha realizado dentro de un trabajo promovido
por la Dirección General de Obras Hidráulicas y la Confederación Hidrográfica
del Ebro, dirigido a investigar los aprovechamientos históricos del sector
medio del río Aguasvivas.
En las páginas siguientes se presenta una primera caracterización de
las distintas presas estudiadas, con mayor detalle para la de Almonacid
de la Cuba, sin duda la obra hidráulica histórica más importante de la
cuenca del río Aguasvivas. El presente artículo recoge parte los datos
del citado trabajo, realizado entre 1992 y 1994, cuyos resultados dieron
lugar a un libro titulado LA PRESA DE ALMONACID DE LA CUBA. DEL MUNDO
ROMANO A LA ILUSTRACIÓN EN LA CUENCA DEL RÍO AGUASVIVAS, que fue patrocinado
por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y el Departamento de
Educación y Cultura del Gobierno de Aragón.
Estudios posteriores han desvelado la existencia de otra gran presa romana,
la de la Ermita de la Virgen del Pilar. Los trabajos de caracterización
de esta presa se están llevando a cabo en la actualidad, incluyéndose
en el presente artículo los principales datos disponibles.
LA PRESA DE ALMONACID DE LA CUBA
En la embocadura de uno de los últimos estrechos que ha abierto el Aguasvivas
en las calizas jurásicas se levanta la presa de Almonacid de la Cuba,
junto al pueblo del mismo nombre. Se trata de una sólida estructura de
importantes dimensiones y geometría irregular. Su construcción se ha situado
con bastante frecuencia en la época de Jaime I, según era ya tradición
a finales del siglo XVIII y durante el XIX; lo atestiguan con dudas varios
autores de la época. Así, Antonio Ponz en su Viage de España (1788)
anota que: "A cierta distancia del pueblo hay un antiguo argamasón
de cal y canto que llaman la Cuba de Almonacid... Parece del tiempo de
los romanos; pero se atribuye al rey D. Jaime I, que tal vez la repararía".
Por su parte Madoz escribe: "No se sabe la época en que fue construida,
pero se cree comunmente ser del tiempo del rey D. Jayme el Conquistador"
(Diccionario, 1845-1850). Años más tarde Llauradó (1878) apuntaría
que su construcción la "atribuyen unos autores a la época de la dominación
árabe, y otros a la iniciativa de D. Jaime el Conquistador". Todas
estas dataciones fueron corregidas o precisadas por Galiay en 1946 sin
que su opinión se generalizase entonces al proponer: "Almonacid de
la Cuba... tuvo en época romana aunque se la atribuya menos antigüedad
un pantano interceptando el curso del Aguas". (Para mayor detalle
bibliográfico nos remitimos al trabajo antes citado).
Los estudios que hemos realizado confirman el origen romano indudable
de la presa. Se ha demostrado además que la estructura conservada cubre
casi totalmente otra más antigua, igualmente romana aunque de tipología
muy distinta. La construcción de la primera presa puede situarse con bastante
seguridad en los años próximos al cambio de era, mientras que la última
gran rehabilitación y sus añadidos posteriores corresponden al primer
cuarto del siglo II.
Características generales de la estructura
La presa está constituida por un importante cuerpo central y un aliviadero
más esbelto y de poca altura, situado en margen izquierda. La longitud
total de la estructura supera los cien metros, si bien la carretera construida
en coronación y algunas edificaciones situadas en los dos estribos impiden
la definición exacta de los contactos con el terreno, a ambos lados de
la cerrada.

La altura máxima de la presa sobre cimientos es de casi 34 metros.
El aliviadero
El aliviadero, de traza recta en el paramento de aguas arriba y curva
en el de aguas abajo, se apoya en una hombrera del valle, con seis metros
de altura máxima y espesores que varían desde diez metros en el centro
a unos trece en los extremos. El labio del vertedero es horizontal, está
enlosado y se sitúa unos tres metros por debajo de la coronación del cuerpo
principal de la presa.
En la parte inferior del aliviadero se abre una galería que cruza de
lado a lado toda la fábrica. El conducto es de sección rectangular rematada
en arco de medio punto, con la base situada casi a cota del terreno. La
sección varía de un paramento a otro, quizá por daños y reparaciones posteriores
a su primera construcción. Aguas arriba, la altura en el eje es de 1,25
metros y la anchura de un metro; aguas abajo estas dimensiones pasan
a 1,50 y dos metros, respectivamente. Esta galería o mejor, la cara de
aguas abajo es conocida como el "Ojo de la Cuba".

En la actualidad tiene una derivación en el interior del bloque del
aliviadero, que conduce las aguas a los molinos inmediatos; es obra moderna.
En los dos paramentos del aliviadero se observan diferentes fábricas de
sillería (opus quadratum), con la distribución que se indica en
la figura 3.

Se trata en todos los casos de sillares en seco, dispuestos mayoritariamente
a soga.
El cuerpo de presa
El cuerpo central de la presa es una estructura muy robusta, que cierra
la zona más profunda del valle. Según se explica más adelante, los dos
paramentos divergentes hacia margen derecha son verticales y están reforzados
en su parte inferior por sendos faldones, inclinados unos treinta grados
respecto de la vertical. En coronación la anchura varía entre un máximo
de 27 metros cerca del estribo derecho y un mínimo de 17 junto al aliviadero.
De este cuerpo central sólo pueden observarse el paramento de aguas abajo,
la coronación o lo que queda de ella y algo menos de los dos metros superiores
del paramento de aguas arriba, ya que el embalse está completamente aterrado
y el encajamiento del río en los limos, buscando la salida por el Ojo
de la Cuba, sólo ha dejado al descubierto la zona del aliviadero.
Las calicatas efectuadas junto al paramento de aguas arriba (fig. 3)
han permitido observar un muro vertical de opus quadratum, con
los sillares dispuestos mayoritariamente a soga y terminación exterior
lisa, que cubre una fábrica de mampostería recibida con mortero de cal
(opus incaertum). Muchos de los sillares (de sección cuadrada y
unos 70 cm de lado) han sido arrancados y probablemente reutilizados en
otras obras. A catorce metros del quiebro de enlace con el aliviadero
surge hacia aguas arriba un contrafuerte de casi cinco metros de longitud
por dos de anchura, que no es perpendicular al paramento.
Aguas abajo se observan dos tipos de fábrica: un gran muro vertical de
mampostería y un refuerzo inferior de sillería, parcialmente escalonado
y localizado en el sector central de la presa.

Este refuerzo está formado por una serie de paños de sillería en seco
(opus quadratum), muy cuidada, constituida por bloques de caras
lisas de gran longitud (hasta más de dos metros) y sección cuadrada de
60 cm de lado. Por la izquierda, la sillería se prolonga hasta alcanzar
el terreno natural, con excepción de las dos últimas hiladas, que rematan
contra los restos de un machón de calicanto, situado en el extremo izquierdo
del cuerpo central de la presa. Este machón, que sobresale de la traza
actual del paramento, debía estar originalmente revestido de sillares,
pues se conservan tres piezas de este tipo encima del escalonado.
Desde el final de la sillería hasta la coronación, así como en todo el
sector derecho de la presa, el paramento está formado por un muro prácticamente
vertical, constituido en la superficie visible por mampuestos de pequeño
tamaño recibidos con mortero de cal, dispuestos en bandas horizontales
de geometría muy clara (opus vittatum). En algunos sectores de
este muro, y con independencia de las abundantes concreciones calcáreas
producto de escurriduras e infiltraciones de agua a través de la presa,
se observan restos de un posible enfoscado de cal, que en origen debía
proteger parte o incluso la totalidad del paramento.
En la parte más baja del muro vertical e inmediatamente a la derecha
del escalonado de sillería aparece otra serie de peldaños de menor entidad,
formados en superficie por una fábrica similar al opus vittatum
del muro y retranqueados unos tres metros respecto del escalonado principal.
La parte baja de este refuerzo queda cubierta en la actualidad por un
espesor importante de derrubios.
Con objeto de caracterizar la fábrica interior de la estructura y definir
la geometría del paramento de aguas arriba cubierto, según lo dicho, por
los limos que rellenan el vaso, se han realizado diez sondeos mecánicos
con recuperación de testigo, cuya disposición se indica en la figura 2
(estos trabajos han sido realizados por la empresa CIMYSON). Los taladros
emboquillados en los limos señalan la existencia de otro refuerzo escalonado
en el paramento de aguas arriba con idénticos materiales al de aguas abajo.

Las cotas a las que se sitúan estos elementos y sus posiciones en planta
definen un talud equivalente al del lado contrario, la misma altura de
coronación prácticamente y un desarrollo que cubre todo el paño central
del paramento.
Los taladros efectuados en el cuerpo de presa dos de ellos inclinados
han puesto de manifiesto diversas fábricas, de características muy diferentes
y variable calidad. Se trata, básicamente, de rellenos de calicanto (opus
caementicium) y paños de mampostería formados por elementos de dimensiones
medias a bajas (no más de 20 cm en casi ningún caso), recibidos con mortero
de cal (opus incaertum o vittatum). En la parte próxima
al paramento actual de aguas arriba aparecen varias fábricas de disposición
vertical, que forman según lo deducido de los sondeos inclinados un muro
de diez a doce metros de espesor, aproximadamente. La estructura consiste
en un núcleo de calicanto, de unos 2,70 m de espesor, centrado entre dos
paños dobles de mampostería recibida con cal. Las fábricas de estos muros
son de la misma tipología, si bien la calidad es mejor en los exteriores
(opus vittatum, quizá), destacando netamente el de aguas abajo.
Como nota significativa, que ha facilitado la localización de esta estructura,
cabe señalar la falta de fraguado, casi total, de la cal que forma el
opus caementicium del núcleo.
La toma
Además del Ojo de la Cuba, antes citado, la presa tiene o tenía una toma
baja, indudablemente la principal. Está constituida por una torre, emplazada
aguas arriba de la presa, y una galería, con origen en la base de la torre,
que cruza la estructura hasta el paramento de aguas abajo, donde se sitúa
unos once metros por encima del cauce. La boca de salida de este conducto
es de sección rectangular rematada en arco, con un metro de anchura interior
y dos metros de altura en el eje. En la actualidad esta salida está cerrada
por un elemento metálico moderno, que impide acceder al interior. La torre
de toma se sitúa dentro del embalse, en prolongación del contrafuerte
que emerge del paramento de aguas arriba. Aunque cubierta por los limos
que rellenan el vaso, su geometría se ha podido definir en la zona más
alta que se conserva al quedar a la vista en una de las calicatas abiertas
para estudiar la fábrica del paramento. La parte que asomó entre los limos
corresponde a un cuerpo de sillería de sección rectangular, adosado al
contrafuerte, que forma un hueco de dos metros de longitud por 1,20 m
de anchura. En la actualidad el interior está relleno de limos, según
se ha podido comprobar por medio de un sondeo. El taladro ha permitido
detectar, así mismo, la existencia de una galería inferior revestida de
hormigón moderno, resultado de un intento de recuperación de la toma,
que se llevó a cabo hace unos cincuenta años, cuando se pretendió profundizar
bajo los limos del vaso desde la galería romana en busca de mayores caudales
de agua. El intento resultó fallido, ya que tras la voladura de algún
obstáculo (probablemente la cara de aguas arriba de la torre de toma),
parte de la galería quedó invadida por los limos que deslizaron hacia
su interior, dando lugar a un importante socavón aún visible en los materiales
de relleno de la cuba.
El canal
Desde la presa parte un canal que, según se deduce de los abundantes
restos conservados, tenía su origen en la galería de toma y concluía en
las inmediaciones del actual pueblo de Belchite, después de más de seis
kilómetros de recorrido. Por sus características es, sin duda, de época
romana aunque ha sufrido numerosas reparaciones posteriores. En la actualidad
el primer tramo del canal está abandonado y ha sido sustituido por otra
conducción que se inicia bajo el vertedero, conectada con el Ojo de la
Cuba. Esta última conducción que quizá en su momento sirviese para alimentar
algún molino situado en la margen izquierda de la cerrada pierde rápidamente
cota y se une con el canal a menos de un kilómetro de sus respectivos
orígenes. Este ramal y su prolongación por el canal romano constituyen
la actual acequia de Belchite. A partir del punto de unión de ambas conducciones,
la acequia rodea la Val, una amplia vallonada que se abre en la ladera
izquierda del río Aguasvivas en las inmediaciones de Almonacid. Para atravesar
el cauce que discurre por el fondo del valle estrecho, de fuerte pendiente
y con escorrentías intermitentes los romanos dispusieron inicialmente
un corto tramo encajado en el terreno, y probablemente cubierto con losas,
que se prolongaba en túnel al otro lado de la rambla hasta recuperar,
en no mucha distancia, el trazado superficial. Todavía en época romana,
según las dataciones arqueológicas, el paso se sustituyó por un sifón
situado unos cien metros aguas abajo y abandonado también desde hace tiempo,
en el que la galería y los pozos son de sillería. En la actualidad hay
un acueducto, en parte metálico, cuya traza coincide sensiblemente con
la del sifón. Cerca de este tramo se conserva un pequeño azud, al que
nos referiremos más adelante.
A partir de la Val el canal se sitúa en una hombrera del valle, por donde
sigue la dirección del río, salvando, a mucha altura sobre el cauce, el
estrecho de Malpasillo, último congosto calcáreo atravesado por el Aguasvivas,
donde quedan restos de una presa antigua, a la que también haremos mención
posteriormente. Superado el escobio, la acequia alcanza los sedimentos
de la depresión del Ebro en un lugar conocido por el Tercón, donde el
canal se adosa a los conglomerados del borde de la fosa, con trazado en
túnel en largos tramos. Finalmente llega a una gran balsa situada en el
pueblo de Belchite. Hasta este punto el canal tiene una pendiente media
del orden del cinco por mil.
Cimentación y materiales
La presa debe apoyar directamente sobre las calizas
de la cerrada, quizá con alguna preparación, aunque sin duda somera, en
ambos paramentos. Es posible que un nivel inferior de calicanto de cierta
calidad y poco espesor, detectado en algún sondeo, corresponda a una base
de cimentación. En este nivel aparecieron, en uno de los testigos de sonda,
dos pequeños trozos de madera, que se enviaron a laboratorio para su datación
por el método del C14.
El calicanto y las mamposterías están fabricados con materiales calcáreos
de la zona, aunque no se ha localizado ninguna cantera ni tampoco hornos
de cal de edad romana. El material de los sillares es una lumaquela terciaria;
se ha extraido de alguno de los afloramientos próximos, en ningún caso
muy extensos. Se han localizado y analizado yacimientos de este tipo de
material en los términos de Moneva y Fuendetodos y en el cerro de Montalvo,
entre Samper de Salz y Azuara. Las muestras tomadas en los sillares de
Almonacid y en estos afloramientos, aunque no presentan diferencias significativas
permiten situar en Fuendetodos el origen de los sillares empleados en
la presa de Almonacid.
Datación absoluta de la presa de Almonacid de la Cuba
Las dos muestras de madera encontradas en los
testigos de los sondeos fueron analizadas en el Centre for Isotope
Research de la Universidad de Groningen correspondiendo a las signaturas
GrA2466, la más alta, y GrA2460, la más baja. El resultado de su análisis
conduce a unas edades C14 convencionales de 2030±50 BP (años antes del
presente, con 1950 con fecha de referencia) para la situada en posición
superior y de 1980±50 BP para la otra. Las dos muestras son estadísticamente
equivalentes para un 95%, lo que ha permitido su calibración conjunta
tomando las fechas medias ponderadas de cada una. De este modo se alcanza
una edad calibrada que se sitúa entre el año 67 a.C y el 84 d.C., con
una fecha de máxima probabilidad localizada en el año 9 d.C. (La calibración
ha sido realizada por el Dr. F. Alonso en el Laboratorio de Geocronología
del Instituto Rocasolano del CSIC).
Las etapas constructivas
La irregular geometría de la estructura, la disposición de las
distintas fábricas externas y las características y ordenación de los
materiales detectados por los sondeos permiten reconocer dos etapas constructivas
principales, varias reparaciones intermedias y un último refuerzo del
paramento de aguas abajo.
Los análisis realizados por los arqueólogos Miguel Beltrán y José María
Viladés facilitan, además, la posición cronológica de la mayor parte de
estas intervenciones. (La justificación de las dataciones puede verse
en Confederación Hidrográfica del Ebro, 1994). El paño izquierdo del paramento
de aguas abajo del aliviadero (sillería almohadillada con labra de tipo
rústico, indicada con los números 6a y 6b en la fig. 3) corresponde con
seguridad a la época claudia (41-68 d.C.). La única fábrica anterior a
ésta y, por consiguiente, la más antigua que aparece en la estructura
es la sillería almohadillada de labra lisa que, también en el aliviadero,
forra la parte inferior derecha e izquierda del paramento de aguas arriba
(1a y 1b). Por su tipología debe encuadrarse en los períodos de Augusto
(27 a.C.-14 d.C.) o Tiberio (14-37 d.C.), ya que no parece lógico en función
de los antecedentes disponibles adelantar sobre estas fechas la construcción
de la primera presa de Almonacid. Ahora bien, las importantes implicaciones
de carácter territorial que supone el planteamiento de una obra de este
tipo, permiten como hipótesis razonable concretar algo más este intervalo
y centrar en la época augustea la construcción de la presa, en coincidencia
con la reordenación del poblamiento romano en el sector medio del valle
del Ebro que tuvo lugar en este período.
Con posterioridad a la época claudia, pero no mucho más tarde, se realizaron
por lo menos otras dos reparaciones sucesivas en el aliviadero de la presa
(9 y 10). Por último, se pueden identificar otras tres intervenciones,
una de ellas muy importante. La primera es una nueva reparación del aliviadero
(4) que corresponde a la época de Trajano (98-117 d.C.). Poco después
se plantea y lleva a cabo la gran rehabilitación de la presa, que supone
un cambio estructural muy significativo. Aguas arriba se levanta un muro
vertical revestido de sillares, con faldón inferior escalonado, que refuerza
el tramo central de la primera presa. Aguas abajo se cubre la estructura
original desde el estribo derecho hasta el aliviadero con otro muro, en
este caso de opus vittatum, también escalonado en su parte inferior;
en el espacio entre ambas fábricas, antigua o sus restos y nueva, se dispone
un relleno de opus caementicium. El sector central del paramento
de aguas abajo se refuerza casi a continuación con un faldón escalonado
de opus quadratum (12), apoyado sobre tres muros verticales. Esta
última intervención se puede fechar en el primer cuarto del siglo II,
es decir, todavía en época de Trajano o quizá ya en la de Adriano (117-138
d.C.).
Todos estos datos no sólo confirman definitivamente el origen de la estructura,
sino también el gran interés que mantuvieron los romanos por la obra durante
un largo período de tiempo, tal y como reflejan las sucesivas y sistemáticas
labores de construcción, conservación y mantenimiento de la presa, realizadas
a lo largo de más de cien años. Estas reiteradas intervenciones y en particular
la gran reconstrucción final enmascaran en gran medida la primera estructura
que, en la actualidad, sólo puede intuirse a partir del análisis conjunto
de unos cuantos datos puntuales; son los siguientes:
- Hay una evidente y brusca diferencia de espesor y, en general, de tipología
entre el cuerpo principal de la presa y el aliviadero.
-Los dos retranqueos del paramento de aguas arriba no tienen una
relación clara con el resto de la estructura. Se explican mejor como parte
de un elemento añadido a una construcción previa.
-El contrafuerte aislado que sale del actual muro de aguas arriba
y enlaza con la torre de toma no es perpendicular a la traza de este muro,
pero sí lo es a la cara de aguas arriba del aliviadero.
-En el cuerpo central de la presa los paramentos de aguas arriba
y aguas abajo no son paralelos entre sí y ninguno de los dos tiene una
clara relación con la geometría del aliviadero.
-La curvatura del muro de aguas abajo del aliviadero constituye
una singularidad en el conjunto de la estructura.
-En el extremo izquierdo del cuerpo central de la presa asoman
hacia aguas abajo los restos de un macizo de opus caementicium
revestido probablemente de sillería, que resulta discordante en el conjunto
de la estructura; contra él rematan de forma obligada las dos hiladas
superiores del refuerzo escalonado. Por su aspecto, disposición y relación
con las fábricas y estructruras próximas, estos restos deben corresponder
a un contrafuerte antiguo en el que, con posterioridad, se apoyó el actual
paramento de aguas abajo, sin eliminar previamente todo el volumen que
excedía de la traza de la nueva estructura.
-El paño derecho (retranqueado) del paramento actual de aguas arriba
y la cara equivalente del muro detectado por los sondeos en el interior
del cuerpo de presa están en clara prolongación. El espesor de este muro
y el del bloque que constituye el aliviadero coinciden sensiblemente.
Todos estos aspectos, apoyados en las dataciones de las fábricas, indican
la existencia de una primera estructura a la que corresponderían el aliviadero
al menos su disposición general y parte de sus fábricas, el paño retranqueado
en el estribo derecho del paramento de aguas arriba, la torre de toma
y el contrafuerte asociado a ella aunque quizá con menos altura que la
actual, el bloque de opus caementicium que asoma aguas abajo y
el muro detectado por los sondeos en el interior de la estructura. De
este modo, el paramento original de aguas arriba sería quebrado y estaría
formado por dos paños rectos casi con seguridad verticales que se unirían
en las proximidades del contrafuerte asociado a la torre de toma; en el
estribo izquierdo se situaría el aliviadero. Esta disposición permitiría
explicar la forma actual del sector central de este paramento como un
añadido o refuerzo a la primera solución.
La geometría del primer paramento de aguas abajo es menos evidente, aunque
algunos aspectos apuntan hacia una posible solución, bastante razonable
desde el punto de vista estructural. El espesor del muro original deducido
de los sondeos sería insuficiente si su traza fuese recta, al menos en
el sector central de la estructura, donde se superan los treinta metros
de carga de agua; incluso en el supuesto de existir un forro de sillería
en ambos paramentos. Sin embargo, la estabilidad mejoraría con una solución
en arco o en arcos múltiples que transmitiese las cargas a unos contrafuertes
adecuados, o al propio terreno; solución que ha sido reiteradamente empleada
por los romanos en muchas estructuras e incluso en algunas presas. Estas
consideraciones y la traza circular del paramento de aguas abajo del aliviadero,
que se apoyaba por la derecha casi con toda seguridad en el machón de
calicanto, permiten avanzar una posible solución estructural de arcos
múltiples, reforzada por los correspondientes contrafuertes. La geometría
de la cerrada, las dimensiones del arco que forma el aliviadero, el emplazamiento
del machón en el que se apoya y la situación de la galería de toma, obligan
casi de modo forzado a situar otro contrafuerte en la pequeña hombrera
que se dibuja en la ladera derecha, inmediatamente por encima de la parte
más angosta del valle. De este modo quedarían definidos tres arcos: uno
central, que cubriría el sector más profundo de la cerrada en coincidencia
con el tramo donde posteriormente se levantó el refuerzo escalonado de
aguas abajo, y dos laterales; de éstos, el izquierdo formaría el aliviadero
y el derecho cerraría la estructura contra el terreno de cimentación.
Los contrafuertes deducidas sus características de los restos del machón
de calicanto antes mencionado podrían haber alcanzado entre siete y diez
metros de longitud y unos cinco de anchura.

Como es obvio, esta solución, aunque razonable, sólo es por el momento
una hipótesis sustentada en datos aislados, aunque significativos; es
posible que pueda confirmarse o deba modificarse en función de nuevas
prospecciones.
La primera presa debió sufrir daños, quizá importantes, como consecuencia
de las avenidas frecuentes aunque de variable intensidad del río Aguasvivas.
Por las dimensiones del vertedero probablemente de menor calado en la
solución original y por los caudales que puede transportar el río en crecidas
no es difícil que algunas de estas riadas produjesen vertidos por coronación.
Estos factores explican posibles efectos de socavación en el paramento
de aguas abajo, lo que, en la primera presa, ya de por sí algo escasa
en cuanto a dimensiones se refiere, conduciría a una pérdida clara de
su capacidad resistente. La reiteración de estos problemas o la ruina
de la obra, causada por una avenida más importante, justificarían la gran
reparación final.
Esta gran rehabilitación terminada en el primer cuarto del siglo II,
por corresponder a esta época el refuerzo escalonado de aguas abajo, según
indican las dataciones arqueológicas, es la causa de la heterogeneidad
y disimetría de la estructura que se conserva. El paramento de aguas arriba
se acomodó en los estribos al trazado original, pero se reforzó en el
centro con un paño recto de opus quadratum y faldón inferior escalonado,
que ocultó el quiebro de la primera solución. Aguas abajo la traza del
nuevo muro debió venir obligada por la situación de los contrafuertes
originales y probablemente por la morfología de la cerrada, a la que se
debió ajustar buscando un apoyo adecuado. Esta reconstrucción sólo afecta
a la zona central de la presa, es decir, a la que presentaba mayores problemas
de inestabilidad. No era necesario reforzar el vertedero que, por ello,
quedó unido al cuerpo central mediante bruscos retranqueos y biseles,
donde se ponen de manifiesto las diferencias entre la primera estructura
mucho más esbelta y el gran refuerzo posterior.
La nueva solución, al ser tan sólida está claramente sobredimensionada,
ha asegurado la pervivencia de la obra hasta nuestros días.
El aprovechamiento del agua del embalse
La presa de Almonacid es la de mayor altura entre todas las documentadas
del mundo romano. Está situada en un río de muy variables caudales y con
crecidas de bastante entidad, que debieron plantear una construcción larga
y difícil en sus dos fases principales. La capacidad del embalse hasta
el nivel del vertedero supera los 6.000.000 de metros cúbicos, según se
ha podido calcular al restituir la topografía original del antiguo vaso,
a partir de los datos de numerosos sondeos eléctricos efectuados en la
Cuba.
El interés de los romanos por una obra de estas características durante
un largo período más de cien años tuvo que estar basado en unos motivos
muy concretos. Hasta ahora las grandes presas romanas conservadas en pie
o en ruinas en Hispania se han venido relacionando con algún abastecimiento
urbano (Proserpina y Cornalvo en Mérida o Alcantarilla en Toledo, por
ejemplo); no parece ser éste el caso de la presa de Almonacid.
Desde el entorno de la balsa de Belchite a la que antes nos hemos referido
parten en abanico varias acequias alimentadas desde el canal romano, actual
acequia madre que cubren una extensa zona regable. Se han localizado también
restos de otras conducciones antiguas, que en algunos casos conservan
fábricas de época romana. Una de estas acequias se dirige a un punto de
indudable interés, como es el Pueyo de Belchite, situado unos tres kilómetros
al oeste de la población. Se trata de un cerro testigo de edad terciaria,
rematado por un nivel no muy potente de calizas miocenas, donde se conservan
restos evidentes y conocidos, aunque sin excavar ni estudiar, de un asentamiento
romano localizado probablemente sobre otro anterior de los Belos. Estas
ruinas se extienden, en la parte alta del Pueyo, por una superficie de
tres hectáreas, pero se prolongan al pie del cerro sobre otras cinco ha
donde se ha localizado también una necrópolis, definiendo de este modo
un núcleo habitado de ocho ha de superficie total. Con el grado de ocupación
que se suele admitir para las ciudades romanas (150 hab/ha), este asentamiento
podría haber contado, por tanto, con una población de 1.200 habitantes
aproximadamente.
La ciudad del Pueyo para la que se han apuntado los nombres de Belia
o Beligio podría haber sido, en principio, la destinataria de las aguas
de Almonacid; esto plantea, sin embargo, algunos problemas. Por un lado,
su escasa población determina unas necesidades de agua bastante reducidas;
con dotaciones incluso tan importantes como las de las grandes ciudades
modernas los requerimientos anuales no habrían sobrepasado los 150.000
m3. Dadas las características hidrológicas del río, el suministro
de este volumen a lo largo del año podría haberse asegurado incluso en
los meses más secos con un simple azud de derivación. Por otro lado, la
parte alta del Pueyo se sitúa a la cota 484, es decir, casi diez metros
por encima de la toma inferior y principal de la presa, y sólo cuatro
metros por debajo del Ojo de la Cuba. Por consiguiente, la ciudad alta
nunca pudo abastecerse directamente desde la toma principal de Almonacid
y una conducción con origen en el Ojo de la Cuba, además de exigir un
trazado que ha sido imposible de localizar, carecería de todo sentido,
pues supondría haber construido una gran presa para que funcionase como
azud de derivación. Por último, el acceso final a la coronación del Pueyo
dado su carácter de cerro aislado se debería haber solucionado por medio
de un acueducto o un sifón; no quedan restos de tales obras. De este modo
el agua retenida en el embalse y conducida por el canal romano descrito
anteriormente sólo llegaría a la parte baja de la ciudad.
Parece, por tanto, evidente que el embalse de Almonacid no debió idearse
para cubrir en exclusiva el abastecimiento del Pueyo. Hay otros asentamientos
romanos en la zona, todos a mayor distancia de Almonacid (entre ellos
Vinaceite, Celsa abandonada antes que el embalse o incluso Caesaraugusta,
muy lejana, aunque coetánea de la presa), pero no ha sido posible identificar
hasta el momento ninguna conducción que alcance estos núcleos.
Pero la realidad es que la presa de Almonacid fue construida y mantenida
durante más de cien años por los romanos. Esto implica que las aguas retenidas
en el embalse tuvieron que dedicarse en su mayor parte a atender un objetivo
distinto del abastecimiento urbano, que no puede ser otro sino el regadío
(o, al menos, así lo parece). Los romanos sin duda regaron en muchas zonas
áridas o semiáridas, como es nuestro caso, pero es claro que no debieron
atender grandes extensiones de huerta lejos de las zonas de consumo. Este
hecho centra el uso del agua de Almonacid en el regadío del cereal, la
viña, quizá el olivo y en todo caso la alfalfa (si los requerimientos
ganaderos así lo exigían).
En la actualidad, y a pesar de la pérdida total de la capacidad del embalse
la presa funciona, por tanto, como azud de derivación, entre Belchite
y Codo se atiende con los caudales del Aguasvivas tomados en Almonacid
una extensa zona regable de algo más de 2.000 ha, novecientas de olivo
y el resto de cereal. Con las disponibilidades actuales reguladas en parte
en el embalse de Moneva, aguas arriba de Almonacid se suelen atender 1.600
ha, ya que el cereal se riega normalmente por mitades cada dos años. Por
otro lado hay que tener en cuenta que las detracciones dedicadas a otros
regadíos en la parte alta del Aguasvivas incluido el Cámaras tienen que
ser superiores a las que se efectuaban en época romana. En consecuencia,
no parece aventurado suponer que con el embalse de Almonacid en su situación
original se debió regar una superficie mayor que la atendida en estos
momentos.
La zona regable de Belchite ocupa sólo parcialmente una antigua vega
del Aguasvivas donde se dispone, al menos, de 7.000 ha de terreno productivo,
que se pueden atender con facilidad desde el canal romano. De hecho en
toda esta superficie se conservan restos muy antiguos de un complejo sistema
jerarquizado de balsas y conducciones, en conexión directa con el canal.
Parece, por tanto, evidente que el regadío romano tuvo que desarrollarse
sobre esta amplia vega. Y, en definitiva, la mayor parte de las aguas
retenidas por la presa de Almonacid de la Cuba tuvieron que dedicarse,
necesariamente, al regadío de estas tierras.
En un momento difícil de precisar, quizá en el bajo imperio, se abandona
la explotación del embalse, que entra en un largo período de inactividad
como evidencian los rellenos inferiores de la Cuba: un potente nivel de
limos muy oscuros y homogéneos, ricos en materia orgánica, depositados
en un medio de aguas prácticamente estancadas, con importante desarrollo
de vegetación palustre. La cota superior alcanzada por estos limos 490
aproximadamente indica que el Ojo de la Cuba se obturó durante este período.

Se desconoce su límite inferior, pues los sondeos realizados sólo permiten
comprobar que se presentan, al menos, desde el nivel de la solera de la
galería inferior (cota 474,6). Este dato pone en evidencia que la presa
se abandonó, y el embalse se convirtió en un pantano, cuando la toma estaba
todavía en uso, pues, de haberse obturado previamente, los materiales
detectados a cota de la galería deberían ser los propios de un medio de
sedimentación más activo.
Sobre los limos orgánicos y en contacto neto con ellos se presenta un
nivel de depósitos de mayor energía 50 cm a un metro de arenas y gravas,
que sólo pueden tener su origen en una reactivación importante de la circulación
hídrica, consecuencia de la apertura de una vía de desagüe. Dadas las
características de la obra y la disposición que adoptan los limos y las
gravas, este drenaje corresponde necesariamente a la reapertura del Ojo
de la Cuba y tiene que estar relacionado con el comienzo de un período
histórico en el que interesó de nuevo la utilización del sistema hidráulico
de Almonacid. Los limos arenosos de tonos ocres que, con cinco metros
de espesor, aparecen encima de las gravas evidencian la reutilización
continuada del embalse, pues sus características granulométricas y las
estructuras internas que presentan (laminación paralela y algunas pequeñas
cicatrices erosivas) indican un medio de sedimentación tranquilo, pero
con renovación de aportes. Esto implica la rehabilitación de algún sistema
de regulación y evacuación de caudales, que probablemente se localizaría
también en el Ojo de la Cuba. Al mismo tiempo, los limos sitúan el actual
nivel de colmatación de la Cuba dos metros por encima del labio del vertedero,
disposición que sólo es posible si el aliviadero ha permanecido cerrado,
por lo menos hasta esa cota, el tiempo suficiente para permitir la acumulación
de dichos materiales. Este cierre se debió formar con madera y tierras,
pues no quedan huellas de ninguna construcción más sólida.

Los profesores Sesma, Utrilla y Laliena han estudiado el aprovechamiento
del Aguasvivas durante los siglos X a XVII y han comprobado, para esta
época, la sistemática utilización de los caudales fluviales en los regadíos
del entorno de Belchite, con normas muy precisas sobre su uso. La primera
referencia escrita sobre la presa que han encontrado es la del geógrafo
musulmán Al-Udri (siglo XI): cita el azud de Bani Jattab en el castillo
de Almonacid, sin darle excesiva importancia (el embalse podía estar ya
muy reducido), pero indica que "los antiguos lo dispusieron de manera
que [el agua] fluya a través de una peña horadada, con la que se puede
retener el agua a voluntad", con referencia segura al Ojo de la Cuba,
según lo dicho. El término empleado en el original árabe en la mención
a "los antiguos" es el usualmente utilizado por Al-Udri al referirse a
los romanos.
A partir del texto de Al-Udri y de las consideraciones realizadas más
arriba cabe suponer que la primera reutilización del sistema hidráulico
de Almonacid fue obra de los musulmanes en una fecha que quizá pueda remontarse
al siglo VIII. Su intervención debió consistir básicamente en la recuperación
del Ojo de la Cuba con el sistema romano de regulación de caudales y en
la rehabilitación del canal de Belchite y otras acequias asociadas; quizá
recrecieron también el aliviadero.
Más tarde los repobladores cristianos que llegaron con Alfonso el Batallador
o en épocas posteriores debieron aprovechar estas obras, que posiblemente
ampliaron o remozaron mientras el embalse perdía totalmente su capacidad.
La desaparición posterior de los mecanismos de regulación, con el Ojo
de la Cuba abierto y el vertedero nuevamente a cota original, condujo
a una situación similar a la actual. Es posible que entonces se rehiciese
el Ojo de la Cuba y se derivase una acometida por el interior del aliviadero
hasta un molino situado en margen izquierda. Esta última actuación, posiblemente
tardía, puede estar relacionada con otros sistemas de presas y molinos
que se fueron construyendo en el río Aguasvivas a partir del siglo XV.
La importancia histórica de la presa
La presa de Almonacid de la Cuba es, por tanto, una gran obra de ingeniería
romana, que, por lo hasta ahora publicado, parece ser la de mayor altura
entre todas las conocidas o estudidas de ese período; y no sólo en Hispania,
sino en todo el mundo romano. (Una de las presas de Subiaco construidas
en época de Nerón, que podría quizá haberla sobrepasado en altura, nunca
se ha explicado con rigor). Es trece metros más alta que la presa de Proserpina
sumadas sus dos fases (Arenillas et al, 1992 y 1994) y sólo en el siglo
XIV, según parece, fue superada por la presa de Kurit, construida por
los conquistadores mongoles en Irán con 60 m de altura (Schnitter, 1994).
En el mundo occidental, y concretamente en España, la primera presa más
alta fue la de Tibi, con 46 metros; se concluyó en 1594, es decir, más
de mil años después de que el embalse de Almonacid hubiese dejado de cumplir
su función original. La presa de Almonacid es, además, una de las primeras
presas españolas quizá la primera que se construyó con objeto de dedicar
prioritariamente al regadío los volúmenes retenidos en un embalse.
OTRAS PRESAS ROMANAS EN EL RÍO AGUASVIVAS
La presa del Hocino
Se sitúa aguas arriba de Blesa, a poco más de un kilómetro del núcleo
urbano. Es una estructura de planta ligeramente curva que cierra la entrada
de un desfiladero muy angosto labrado por el río en las calizas jurásicas.

Tiene casi dieciocho metros de altura y poco más de diez de desarrollo
en coronación. La cara de aguas abajo la única visible en la actualidad
está formada por sillares de dimensiones variables, ordenados en hiladas
bastante bien dispuestas, que se escalonan por tramos hacia aguas arriba.
La base de este paramento es un gran bloque triangular encajado por un
vértice entre las calizas de ambas márgenes. En coronación el paramento
remata con grandes losas de unos 50 cm de espesor, anchura variable y
más de un metro de longitud, originalmente trabadas entre sí con grapas
de hierro forjado se conservan tres, introducidas en huecos abiertos en
las losas y retacadas con plomo. Es casi seguro como ocurre en otras presas
próximas que la estructura esté reforzada aguas arriba por un macizo de
calicanto, que además aseguraría la impermeabilidad de la presa.
En margen derecha, y en prolongación del paramento de aguas abajo, hay
un pequeño aliviadero de superficie, de más de dos metros de desarrollo,
que dirige lateralmente las aguas del río y las vierte al fondo del cañón
a través de un trampolín excavado en la roca. El canal de derivación se
sitúa en margen izquierda y en su arranque está labrado en la caliza con
unos 60 cm de profundidad y 70 de anchura. Sigue por la ladera izquierda
hasta situarse encima de un molino, construido al final del estrecho aprovechando
una cavidad natural de las calizas, que se ha ampliado en algunos sectores.
En la actualidad el molino está en ruinas.
No está claro que existan tomas a otras alturas, pues en el paramento
de aguas abajo sólo se han podido detectar a partir de los reconocimientos
efectuados por una persona que se descolgó desde coronación algunos huecos
que quizá correspondan simplemente a sillares perdidos.
La fecha de construcción de esta obra no es fácil de establecer con los
datos disponibles. Por su tipología y características generales podría
ser de época romana; la capacidad del embalse del orden de los 250.000
m3 por lo menos también apunta en este sentido, aunque el aprovechamiento
sistemático de este volumen de agua exigiría una toma baja, que no se
ha identificado todavía. La conexión de la presa con el molino podría
corresponder a un reaprovechamiento posterior, una vez aterrado el embalse.
La Pared de los Moros
Esta estructura, próxima al pueblo de Muniesa (provincia de Teruel),
se emplaza en el arroyo Farlán, afluente derecho del Aguasvivas, sobre
el límite de términos entre Muniesa y Plou, circunstancia que puede indicar
un origen muy antiguo. La presa formaba inicialmente un embalse de unos
150.000 m3 de capacidad; en la actualidad tiene un gran boquete
en su sector central, en coincidencia con la zona más profunda de la cerrada.
No quedan prácticamente restos de depósitos o rellenos en la zona del
embalse, que han debido ser arrastrados por las aguas a partir de la rotura
de la presa.
La estructura es de planta irregular, adaptada a la topografía del valle
y a la disposición del afloramiento de calizas jurásicas en el que se
apoya.

Tiene casi ocho metros y medio de altura máxima y una longitud en coronación
del orden de los setenta metros. Por su tipología la obra es de época
romana: un único muro de casi tres metros de espesor, constituido por
dos paramentos de mampostería recibida con mortero de cal y un núcleo
de calicanto. Los paramentos de 1,10 m de anchura cada uno están construidos
con mampuestos de caliza de la zona, ligeramente trabajados, que se disponen
en dos paños; los exteriores se ordenan según hiladas muy continuas (opus
vittatum) aunque desiguales y de aparejo poco cuidado. El calicanto
del núcleo (opus caementicium) alcanza los 70 cm de espesor.
La presa tiene una toma en cada margen, constituidas en ambos casos por
sistemas de torre y galería. Las torres se adosaban aguas arriba al núcleo
de calicanto de la estructura y debían estar construidas con muros de
sillería hoy desaparecidos, pues en el calicanto se conservan huellas
de los sillares. En la parte baja de cada torre se inician las galerías
de sección rectangular rematada en arco de medio punto, que se prolongan
aguas abajo de la presa. La de margen izquierda trazada a más de tres
metros sobre el cauce conserva su estructura a lo largo de unos cinco
metros y está parcialmente aterrada; la otra galería, situada casi tres
metros por encima de la anterior, se ha perdido en algunos sectores y
en otros sólo se mantienen los hastiales. Restos de ambas conducciones
se pueden observar hacia aguas abajo a lo largo del afloramiento de calizas
que forma la cerrada, donde hay tramos excavados en la roca; al entrar
en terrenos menos competentes se pierden definitivamente.
Las aguas de este embalse pudieron utilizarse para el abastecimiento
de un núcleo urbano o alguna villa, de los que no quedan referencias;
también se pudieron aplicar al regadío de algunas tierras que hoy pertenecen
al término de Muniesa.
La presa de la Ermita de la Virgen del Pilar
Esta presa es una importante estructura que, emplazada en el río Santa
María unos dos kilómetros al norte del casco urbano de Monforte de Moyuela,
se encuentra en las inmediaciones de la Ermita de la Virgen del Pilar,
que ha dado nombre a la obra.
El río Santa María es como se denomina, en su tramo alto, el río Moyuela,
afluente izquierdo del Aguasvivas, con el que confluye aguas abajo de
Moneva. Para la construcción de la presa los romanos aprovecharon un amplio
afloramiento calizo, con mayor desarrollo en margen derecha tanto en altura
como en extensión, en el que el río se encaja en una angosta garganta
que, en su parte más profunda, apenas alcanza los dos metros de anchura.
De la presa sólo se conservan los veinte metros iniciales del estribo
izquierdo, sin que en este tramo se conserven restos de toma o aliviadero,
ni tampoco vestigios de un eventual canal de derivación. Sin embargo,
es evidente que la presa tuvo que funcionar durante un periodo relativamente
largo, como lo demuestran los potentes materiales de relleno del embalse
que se conservan adosados al estribo que se mantiene en pie. Además la
existencia de un recrecimiento levantado sobre el muro original parece
indicar que esta última obra se construyó para corregir o paliar la situación
creada por el relleno del embalse. El prolongado funcionamiento de la
presa se detecta asimismo en las concreciones calcáreas que cubren el
paramento de aguas abajo del muro conservado, cuyo origen tiene que radicar
en sistemáticas filtraciones de agua a través de la estructura durante
un plazo largo de tiempo.
Los restos de la presa que han llegado hasta nosotros corresponden a
un muro situado, como ya se ha indicado, en margen izquierda, de unos
20 metros de longitud y casi 17 metros de altura sobre el cauce, de los
que sólo se conservan los 10,60 superiores.

El espesor de este muro es de 7,35 metros y está formado, en sección
transversal, por dos estructuras adosadas, que quizá correspondan a distintas
etapas constructivas.

La estructura de aguas arriba está formada por un muro de sillería (del
que se conservan algunas piezas in situ en la parte más alejada
del cauce), un relleno de calicanto muy flojo y un elemento de algo más
de un metro de espesor de hormigón romano (opus caementicium),
colocado en tongadas muy bien marcadas de unos cincuenta centímetros de
espesor cada una. Adosado a esta estructura aparece, hacia aguas abajo,
un segundo sector formado por dos muros de sillería o sillarejo que contienen
entre ellos un relleno de calicanto, donde se observan elementos de tamaño
muy variado, aunque en general grandes, unidos por un cemento algo arenoso.
Este sector está cerrado en su parte superior por un enlosado de similares
características que las fábricas de sus paramentos; sobre este enlosado
se apoya el recrecimiento de la estructura, del que solo queda una masa
irregular formada por piezas de caliza englobadas en un cemento de buena
calidad.
A partir de los restos conservados, se puede deducir que la presa original
sería de planta recta quizá con algún pequeño quiebro con algo más de
50 metros de longitud en coronación y una altura máxima sobre el cauce
de 14 metros. Posteriormente la estructura se habría recrecido hasta alcanzar
los 16,60 metros de altura y más de 60 metros de longitud. El estudio
de detalle que se está llevando a cabo quizá permita explicar las numerosas
cuestiones que aún quedan por establecer sobre esta estructura, entre
ellas el proceso constructivo y el uso del agua retenida en el embalse.
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